CAPITULO XII (parte 3)

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Se quedó sin respirar.

Luego de que sus labios revelaran una mueca de felicidad, el aire dejo de circular en sus pulmones por la expectativa. Violeta sabía que había tenido un gran éxito al quedarse donde estaba sin que la hubiesen notado; sin embargo, eso no era garantía de que todo saldría tal como quería, ya que en un instante podían dar se cuenta de que no estaba en el auto, y regresar.

Razón por la cual ahora estaba quieta como una estatua, con la vista fija en los dos autos que faltaban por pasar.

El primero le detuvo el corazón y le contrajo los músculos. Iba demasiado lento tratando de dar espacio suficiente para que los otros avanzaran; parecía que se pararía en cualquier instante, pidiéndole que subiera con ellos. No lo hizo. Un grito de victoria resonó en su interior con prudente calma; pero cuando el segundo finalmente la dejó tan atrás que sus ojos ya no eran capaces de distinguirlo en el camino, su felicidad se convirtió en un aullido al viento.

La exorcista brincó sin poder contenerse, celebrando su éxito; total, nadie la estaba viendo.

Lo había logrado. Se había salido con la suya a pesar de que las probabilidades estuvieron en su contra todo el tiempo, pues el control que tenían sobre sus propios poderes tanto ella como Luc, era prácticamente nulo... bueno, su tercer pilar estaba haciendo progresos sorprendentes con demasiada rapidez. Obviamente.

Se suponía que llegando a la estación, ambos se las ingeniarían para lograr que ella se perdiera entre la multitud; eso podía ser fácil, lo complicado de esa etapa sería que se moviera lo suficientemente rápido para alejarse. No obstante, con el cambio de auto, la oportunidad parecía demasiado buena para dejarla pasar; así que la tomaron.

Era extraño esa nueva habilidad para coordinarse con sus pilares sin siquiera hablar. La conexión que se forjó entre ellos al hacer el pacto, se estaba fortaleciendo conforme avanzaba el tiempo, de la misma forma en que crecía su fuerza.

La cosa es que el semidemonio había entendido de inmediato su deseo por quedarse donde estaba, y antes de que nadie pudiese notar lo que pretendían, las sombras que formaban parte de él la envolvieron y la convirtieron en nada. Así que ahora estaba allí, gritando y brincando como loca por haber logrado su objetivo.

No fue hasta que la adrenalina en su sangre se diluyó por el ejercicio, y su garganta se volvió rasposa, que su danza de victoria se detuvo permitiendo que sus neuronas volvieran al trabajo.

Necesitaba salir de allí. Si bien había logrado su propósito al quedarse, todavía podían descubrir su engaño y dar la vuelta para volver; especialmente cuando estaba varada en medio de la carretera, pues si sus cálculos no fallaban, en auto estaban a unos cuarenta minutos de entrar en la ciudad, por lo tanto, a pie y con lo floja que era para moverse, seguramente le tomaría unas cuatro horas recorrer el mismo camino.

I.M.P.O.S.I.B.L.E.

Entonces, la segunda etapa de su plan necesitaba iniciar antes de tiempo con una pequeña modificación. En la primera parte, debía volverse invisible para sus aliados; listo. En esta, debía ser igual de llamativa que un anuncio fluorescente para sus enemigos; y nadie mejor para dicho trabajo que su primer pilar.

Mirza brillaba por sí sola. Su belleza impactante, la seducción que desprendía cada uno de sus movimientos, el sonido de su voz como canto de sirena... era imposible que pasara desapercibida en cualquier lugar al que fuera; razón por la cual siempre actuaba de su escudo, pues si las sombras de Luc no eran suficientes para esconderla, entonces nadie le prestaría atención cuando tal amazona estaba en el mismo lugar. Era una pena que no se dieran cuenta, el demonio que se ocultaba entre el falso encanto.

Aunque para ser justos, en ese instante lo que más necesitaba de la súcubo no eran sus artes en atracción, sino la habilidad que poseía para moverse de un lugar a otro. El único problema, es que a la fecha y a pesar de los avances en cuanto a la manipulación de sus poderes, todavía no tenía ni una mínima idea de cómo rayos invocar a sus pilares.

Violeta cruzó las manos sobre su pecho, y frunció ligeramente los labios en un gesto pensativo; luego miró al cielo esperando iluminación divina; después a la tierra buscando inspiración infernal, dado que podía ser más acorde por la situación, y finalmente se enfocó en el camino sintiendo una punzada de pánico. ¿Y si tenía que caminar?

-¡Mirza!-. Gritó con un deje de desesperación. -¡Mirza!-. Sacudió la mano donde se marcaba el sello de la demonio. -¡¡Mirza!!-. Puso más potencia

Nada. Lo único que faltaba para completar su cuadro desolador, era que le pasara un matojo rodante de espinas por un lado.

Bien, quizás quedarse allí sola no había sido su plan más brillante; pero definitivamente no podía dar marcha atrás... no solo porque técnicamente estaba sin muchas opciones de escapatoria, sino porque sería demasiado humillante llamar por celular a su hermano y contarle la estupidez que acababa de hacer. Dejando de lado el regaño monumental al que se expondría, seguramente luego de eso no le quitarían los ojos de encima ni media fracción de segundo.

-¡Mirza!-. Gritó de nuevo, mientras empezaba a caminar. -¡¡Mirza, trae tu maldito trasero en este momento o te juro que...

-¿Vas a castigarme?-. La voz fue como un ronroneo sobre su piel, que le mandó cosquillas a lo largo de su espina dorsal. -Puedo darte algunas ideas...

Para cuando Violeta se giró para verla, estaba a casi dos metros de distancia con el brinco que había pegado del susto.

-Lo hiciste apropósito...-. Señaló. Esta vez una de sus manos reposaba sobre su corazón, como una segunda barrera para que no se saliera de su pecho; y la otra en su cuello tras la oreja, justo donde el susurro de la súcubo le había acariciado

-Tú me llamaste, yo vine...-. Evadió tener que decir la verdad como la experta que era... -¿Qué haces en medio de la nada?-. Preguntó observando a su alrededor. Se suponía que la encontraría en el centro, en un edificio, cafetería, o cualquier otro lugar poblado de gente; no entre matorrales y una carretera desierta

-Acoplándome a las circunstancias...-. Extendió la mano con sombría diversión, y sus ojos destellaron bicolor. -Ahora vamos, llévame a cazar un ángel cruel

El primer pilar encaró una ceja con pericia seductora, al mismo tiempo que su barbilla se elevaba para brindarle una mejor perspectiva de la descendiente de Salomón, que era pequeña en altura en comparación con ella; y cuyos converse no le ayudaban para nada cuando ella vestía tacones que la elevaban todavía más.

De nuevo tenía ese brillo en la mirada. No era el que reflejaba su ascendencia, no, era algo más profundo, más intenso que hacía eco con su espíritu, y que vibraba a través del vínculo que las unía. Como si poco a poco, con cada paso que daba, su consciencia respecto a quien era se volvía más certera, convirtiéndola en una verdadera tormenta. Una que pronto azotaría con furia a aquellos que la invocaron.

Mirza respondió su sonrisa con una de su propia cosecha, y entonces un círculo de fuego y sangre se trazó bajo sus pies envolviéndolas a ambas. Lo próximo que Violeta supo es que estaban entre dos edificios, donde el ruido del tráfico y el olor de la ciudad, se mezclaban en una sinfonía de bienvenida. 

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Vamos avanzando, vamos avanzandoooo mua ja ja *-* ¿No aman la forma en que Mirza fastidia a Violeta? Les dejo el enlace para el grupo de facebook, y espero nos leamos muuuyyy pronto ;)

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