CAPITULO XXIII (parte 4)

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Histérico se quedaba muy corto para describir el estado de Daniel. No es que estuviese gritando o haciendo un escándalo llamativo, sino simplemente parecía ese león enjaulado por demasiado tiempo, al que de pronto olvidaron poner el candado de la jaula, y ahora vaga libre con el instinto natural depredador aflorando peligrosamente cada segundo que pasaba.

Los movimientos que hacía tan perfectamente controlados, las miradas intensas, las palabras afiladas, cada molécula de su cuerpo en tensión contenida, que sólo requería del roce más ligero para estallar; y Pandora sabía que no faltaba mucho para que ocurriera.

Después de hablar con la detective les había sido imposible volver a comunicarse con nadie, al menos no por teléfono; pero el Sacerdote les acababa de informar minutos atrás que un nuevo pilar se había sumado en las filas de Violeta, y aunque intentó sonar lo más parcial que pudo, la angustia se reflejó en su rostro dando a entender que algo serio estaba pasando.

Además, que Mika estuviese tan notoriamente angustiado, no ayudaba a relajar el ambiente.

El ángel que normalmente era juguetón y relajado en consonancia con la apariencia infantil que poseía, ahora parecía más nervioso y preocupado que otra cosa. No se había estado quieto en un sitio desde que el Profeta les dijera sobre su visión respecto a Damon, y constantemente balbuceaba cosas en una lengua que ni la misma vampiresa era capaz de reconocer. El hecho de que no pudiese llevarlos de regreso por el sello sobre sus poderes, irritándolo a grados de tenerlo dudando si romper o no el candado de su nombre para ayudar.

-Conseguí un vuelo para dentro de una hora...-. Morgan entró en la habitación como un tornado. Igual que su sobrino, se veía calmado de una manera que incitaba a mantenerse lejos de su espacio personal. -No hay nada más próximo...-. Eso era una mierda, ya que sencillamente pasaría mínimo un día hasta que pudiesen llegar hasta donde estaba Violeta, pero no tenían más opción, así que eso era mejor que nada. -¿Tienen alguna novedad?

Sus pies lo dirigieron directo a la ventana de la habitación, en una inspección reconocible hacia la calle. Habían montado un verdadero espectáculo cuando Daniel llamó por Pandora; así que estaba seguro que no tardarían mucho en recibir visitas.

-Nada...-. La vampiresa estaba sentada en un sofá. Su rostro hizo esa inclinación que ya parecía su marca patentada, y sus ojos se cerraron por un instante antes de abrirse todavía en una expresión neutral. Ella también era consciente de que había delatado su presencia, así que estaba esperando el ataque que los encerrara más de lo que ya estaban. Afortunadamente todavía no había signos de ello en las cercanías...

Entonces, el vaso de agua que estaba bebiendo Joel, cayó al suelo en un sonido alterado por el líquido, atrayendo las miradas de todos, mientras utilizaba sus manos para apoyar su peso en el mueble de la televisión tratando de evitar caer él mismo.

Las emociones habían estado vibraban por su sangre con una intensidad que lo hacía temblar. Miedo, angustia, desesperación, valor, amistad, orgullo, ansias asesinas... la mezcla perfecta de un cóctel explosivo de cinco pilares; pero en especial, era el latido de un corazón que sonaba como una canción de guerra en el fondo de sus pensamientos lo que más preocupado lo tenía. "Bum bum. Bum bum" Había sido como un acorde in crescendo que sacudía incluso su alma, haciéndole sospechar que cuando llegara al punto cúspide, estallaría arrasando todo a su paso.

Pues bien, ese momento había llegado justo allí, y a pesar de estar esperándolo, realmente no estaba preparado para el violento embiste de dicho sentimiento: Amor. Algo tan absoluto que suprimió todo lo demás sin contemplaciones, llenando cada espacio en blanco de su vida, en colores brillantes y cálidos que aclamaban su existencia como un milagro.

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para regocijarse en ello, porque de la misma forma en que llegó, se fue, dejándolo en una nada vacía y angustiante que le cortó el aliento, y lo dejó sin la fuerza suficiente para siquiera mantenerse en pie.

-¿Está bien?-. El profeta había sido el primero en alcanzarlo, reaccionando a pesar de los nervios que tenían erizados los músculos de su cuerpo...

-Necesitamos...-. Palabras dichas entre dientes. -Llegar con ellos...-. El Padre no estuvo seguro de si lo dijo en voz alta o solo lo pensó. -Ahora...-. Suplicó como una oración, al tiempo que exigía a sus pulmones volver a su trabajo; lo que era irónico ya que tenía un pacto con los espíritus de viento. La conexión con el resto del grupo una línea muerta al otro lado, haciendo que todas sus alarmas se dispararán en una espantosa conclusión que inclinaba la balanza de la exorcista hacia la muerte...

-¿Qué? ¿Por qué? ¡¿Qué está pasando?!-. A Daniel se le fue el color del rostro, mientras que una vena en su cuello se marcaba a causa del esfuerzo. Había estado intentando ver lo que ocurría a través de las sombras del destino, pero después de que Damon prácticamente lo pateara de su visión, no había podido usar sus poderes; no porque no los tuviese más, sino porque sabía, los Serafines estaban demasiado atentos a lo que ocurría con el demonio, que no eran capaces de ayudarlo a ver...

-Hay no...-. Fue la voz de Mika la que respondió sus preguntas, al tiempo que se dirigía como un rayo de la cama a la ventana, haciéndose espacio sobre el detective; descubriendo que las nubes en el cielo habían comenzado a bailar en un patrón antinatural...

No obstante, no tuvo tiempo para informarles a sus compañeros lo que acababa de descubrir, porque la daga con el alma de Gabriel, que descansaba en la cintura de la vampiresa; comenzó a destellar con un pulso de vida que vibró junto con el suelo bajo sus pies.

-¿Está temblando?-. Eric parecía debatirse entre la incredulidad y las ganas de maldecir -¿Y qué estás haciendo?-. Apuntó hacia Pandora

-No soy yo...-. Respondió ella poniéndose en pie, y sacando la daga de su funda. En cuanto lo hizo, el brillo se deslizó a través de ella hasta el piso, trazando el sello que representaba al nefilim, rodeado por una estrella de Salomón que giraba expandiéndose entre trazos de sombras que parecían tinta diluida en agua. -Es una puerta...-. Dijo reconociendo el mecanismo que había visto a Gabriel usar como guardián, a pesar de los efectos adicionales...

-Está de vuelta...-. Susurró Joel, respirando profundamente todo el aire que no había podido tener cuando el vínculo se había dormido. Esta vez, sintiéndolo como una ola a punto de alcanzar puerto

Fue en ese momento que la estrella alcanzó a cubrir por completo la habitación en que se encontraban, y se levantó del suelo encerrándolos en un capullo de oscuridad, con motas de colores que le hacían parecer el universo mismo; no obstante, el tiempo que tuvieron para apreciar lo que ocurría fue prácticamente nulo, pues en solo un parpadeo, el panorama que los recibió era uno completamente diferente.

Tanto ellos como Mirza aparecieron en la montaña, en medio del campo de batalla; y mientras que los "humanos" que ya se encontraban en medio de la pelea, tuvieron que detenerse ante la sorpresiva intromisión, sus invocaciones no sintieron la necesidad de hacerlo, siguiendo con el trabajo en el que estaban.

Así que antes de que la súcubo comprendiera bien lo que ocurría, y bajo el ataque de una bestia del mismo color de la nieve, su cuerpo se preparó para el impacto, antes de que un empujón la sacara del camino de unas garras; ante la mirada de Daniel, quien con horror se daba cuenta de la realización de una de sus profecías, al ver como Esteban se sacrificaba a sí mismo cayendo al suelo con las mismas marcas que ocasionarían su muerte.

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Insisto, capítulos cortos pero necesarios para llegar a la conclusión final... y... qué triste esto de Esteban ¿No? ¿Qué falta por llegar? ¡¿Qué NO falta?! Mu aja ja *-* 

Nos leemos pronto ;3

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ALMA MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora