Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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— ¿Fuego? Eres un idiota. — Gib rió mientras me palmeaba la espalda. — ¿Cómo vas?
— Seguimos sin sexo. — más risa.
— ¡Que sínico! ¿Así lo aguantas, Barby? — la saluda. — gusto en verte werita.
— Así me gusta — respondió junto con una sonrisa. Le saludó con un beso de mejilla y un abrazo —. ¿Qué tal estás? Oí que Sam despertó su lado maternal o algo así.
— Ya sabes cómo es, es inútil que yo te quiera argumentar algo diverso, aunque no, aun no hay bebé, creo que conmigo es suficiente. — reímos. — Primo ¿Que dicen las terapias?
— No por favor. — dijo asqueado.
— Aquí el míster es como el cambio de estaciones, un día sí me colabora y al otro no.
— Deberías decirle a tía Amy que te preste uno de sus pelotones — dijo Sam apareciendo detrás de Gib.
— ¡Sam! — las dos chillaron como lo que son, unas mujercitas bellas de Dios con pulmones para tres personas y me quedo corto —. Ay no sabes la falta que me has hecho. ¡Por fin tengo a mi loca prima!
Rió — ¿Loca yo? — le metió un pequeño empujón en el hombro —. Tú eres la loca, rubita.
— Que bello, ¿Que hicimos para merecer este castigo, que diga, esta bendición, primo?
— Cantante y guitarrista, por cierto, tengo tu regalo de cumpleaños, no te la vas a creer. — aplaude.
— Venga la lluvia de regalos.
— ¿Cuándo nos vamos a México?
— Vamos Renan, estas entre los tulipanes.
— Prefiero los agaves.
— Jack es quien sabe cuándo partimos. En caso de que te lo perdieras, te informo que ahora a mi hermanito le agarró por ser el mandamás.
— ¿Nuestro Jack? ¿Hablamos del mismo Jack que es tímido y que casi que no habla con muchas personas? ¿Ese Jackson?
Asintió — El mismito que nunca se aparta de sus audífonos.
— Wow... — dijo sin creérsela.
— Es el efecto Palacios, solo mira a tu prima. — dijo Gib con orgullo. — Somos imparables, sin embargo nos iremos pronto, mi cumpleaños es mañana en México y no quiero cumplir acá.
— ¿Qué no se supone que eres nacido en Europa? Al menos eso es lo mi esposo dijo — sonrió mordiéndose el labio inferior —. No me cansó de repetir eso.
— A nadie le importa que haya nacido ruso, soy mexicano, irlandés y español, soy una hermosa abominación ¿O no Sam? — le besa la mejilla.
— Cabe constatar que fueron sus palabras — todos nos reímos.