Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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PARÍS – FRANCIA.
Se me había antojado comenzar la luna de miel en París, aunque acepto que fui un zopenco al no traerla antes acá y pedirle que se casara conmigo en la ciudad del amor, pero bueno, ya es mía, yo suyo ¿Qué más da?
— Gibby, quiero una paleta.
— Tienes muchos millones en tu cuenta bancaria y me dices a mí que ¿Quieres una paleta?
— Es lindo si tú la compras. – rodé los ojos, saqué unos euros y se los di, ella quiere ser millonaria toda la vida. La miré ir como niña chiquita brincando hasta las paletas, sonreí como un imbécil, pero algo tenía que interrumpirlo... mi móvil.
— ¿Si?
— ¿Cómo está la pareja feliz?
— ¿Si sabes que acabo de dejar ir mi orgasmo por responder?
— Eww. – dijo Edilson sacándome una risa.
— Si no quieres saber cosas, no las preguntes ¿Qué quieres?
— ¿Cómo que qué? ¿Cuándo vuelven? Tienes muchos pendientes.
— Bueno, solucionen todo tú y los reyes, para eso están.
— Salvador también se quiere ir con su sueca.
— Por eso, por eso, tú y los otros están para eso...
— Gib... pero...
— Pero adiós, no te escucho.
— No seas cabrón, no podemos tomar esas decisiones.
— Si, si puedes ¿Sabes por qué?
— ¿Por qué?
— Porque lo resolverás y no volverás a llamarme a menos que estés muriendo ¿De acuerdo?
— ¡Gib!
— ¡Adiós, amigo mío! – colgué cuando vi venir a Sam, la abracé y seguimos caminando, yo adherido a su espalda.
— Eres tan tierno. – me dijo mientras me ofrecía de su paleta. – solo un poco o te saco los ojos.
— Los extrañarías mucho si algo les pasara.
— Si, tienes razón, te voy a morder las nachas si te la acabas.
— Hecho. – intenté quitársela, ella se rió.
— Mala amenaza, se me olvida que eres un pervertido fetichista.
— ¿Fetichista yo? Fuiste tú la que decidió ese juego de las fresas con chocolate.
— Sh, señor Palacios, hay público para que usted hable de fresas con chocolate.
— Señora Palacios, por favor, no sea usted hipócrita, que no le importó subir su pierna a mi cadera en el ascensor cuando llegamos.
