CAPITULO LXXIV "CARNADA"

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Dicen que París es la ciudad del amor ¿verdad? Yo no puedo negarlo ni afirmarlo porque ya estado en varios lugares Con Gib y déjenme decirles que cada uno ha sido la ciudad, e isla, del amor así como lo es Roma justo ahora

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Dicen que París es la ciudad del amor ¿verdad? Yo no puedo negarlo ni afirmarlo porque ya estado en varios lugares Con Gib y déjenme decirles que cada uno ha sido la ciudad, e isla, del amor así como lo es Roma justo ahora.

— ¿Por qué me ves así? ¿Me manché el vestido acaso o...? — tomó mi mano sonriéndome como sólo él sabe derretirme.

— Porque me gusta darme cuenta de que me casé con la mujer indicada. — me besa el dorso de la mano.

Sentí sonrojarme al instante — Siempre que tú me dejes serlo...

— Lo eres soy un hijo de perra afortunado y necesito que, me dejes quererte. — subió su mano por mi pantorrilla hasta mi pierna. — Deliciosa.

Reí por lo bajo — Goloso que eres.

Fue interesante que hubiera escogido esas palabras puesto que en ese mismo instante llegó el camarero con el postre.

— Tiramisú para la dama... — lo colocó frente a mí y el mundo se perdió.

— Muy — musité dando el primer bocado.

Gib miró su postre y después me miró. — ¿No te sientes mal que yo te siga prefiriendo a ti en lugar de un delicioso postre de avellana y chocolate?

— ¿Jm? — Ladeó un poco la cabeza —. Lo siento es que yo... — señalé mi delicioso, exquisito, bendito postre —.... me perdí esto está demasiado bueno, en serio.

— Esta mujer. — Dijo con los ojos entrecerrados — prefiere un postre que un hombre ¿Acaso es mejor que yo? — dijo algo alterado.

Limpié mi labio — Jm, no lo sé, déjame ver — lo tomé suavemente de la nuca y lo besé tirando ligeramente de su labios —. Rico — sin soltarlo tomé una cucharada del tiramisú —. Delicioso. Que cabrón eres, ganaste — volví a besarlo.

— Vivan los reyes de Carta Blanca.

— Pero aún tenemos un problema — le dije jugando con su nariz.

— ¿Si? ¿Cual? — dijo mientras me besaba mirando que nadie nos echara ojo.

Jalé el platillo — Quiero terminar mi postre — me reí de su carita, sólo porque tenía a mano mi celular, sino habría sido mi nuevo lockscreen.

— ¿Y si lo pedimos para llevar? ¿He?

— And there's a storm you are starting now... — canté o algo así mientras me chupaba el dedo tras meterlo en el tiramisú.

— Te conviene, pide otro para llevar, es mi oferta.

Le sonreí — Con que si ¿eh? — estaba por tomar otra cucharada cuando un malestar decidió interrumpir mi estómago —. No ahora — murmuré.

— ¿Sam?

Dejé la servilleta sobre la mesa deslizándome de manera lenta creyendo que así no explotaría. Al menos duré así treinta segundos antes de correr al sanitario y tener que despedirme cruelmente de mi cena.

▬SHOOT ME DOWN: OR LOVE ME HARDER ▬PARTE 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora