Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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La vida y sus rarezas... Más que rarezas son momentos únicos, esos pequeños empujones que la misma vida te da para decirte: "oh sí, estás caminando" y por fortuna no lo hacía yo sola.
Tomé con fuerza su mano — ya falta poco para que inicie la pirotecnia — le dije ahogada en mis propios nervios —. Urra, feliz cumpleaños usa — tragué saliva, que también podría ser un inminente vomito.
— Es una pena, nunca he festejado a Rusia, siempre es México, y pues, no sé, mi esposa es norteamericana, esto es raro, sumamente raro, hermosa vista, no quiero discutir ahora la nacionalidad de Piolín.
— Podremos decir que es de corazón internacional — le sugerí.
— Irlandés, Español, Mexicano, Ruso, Norteamericano, no se puede quejar.
— Tendrá de todo un poco.
— ¿No vienen? Ya están por empezar — nos dijo mi tía Tamara, alías Tammy.
— Bueno, si no estás cerca no tiene chiste. ¿Vamos?
— Sabes, no quisiera morir el día de la independencia del país que vio nacer a mi esposa ¿Segura que quieres decirle lo de Piolín a nuestros padres hoy? Digo, apenas creo que empiezan a cruzar palabras como para que armemos Troya una vez más.
Reí — Me parece que alguien está más nervioso que yo... — canté —. Trata de pensar... Relajado, ¿vale?
Los primeros fuegos artificiales comenzaron a explotar sobre el cielo nocturno, mordí mi labio emocionada, inclusive hubo un show acuático entre la pirotecnia que tal vez, de manera dudosa, practicaron durante semanas.
— ¿Y? — le miré —. ¿Qué piensas de mi querida Texas?
— El olor a pólvora me daña los pulmones. — lo miré. — pero me gusta, aunque hace mucho calor.
— Quizás deberíamos ir adentro para que no te afecte tanto el humo.
— No, estoy bien, solo grandes cantidades de esto me provocarían una sofocación que me mataría, no exageres. — miró a sus padres. — me costó algo de trabajo que dejasen a Iris en México.
— Yo aún sigo creyendo que no habría sido malo traerla — me encogí de hombros, en eso apareció Tony con unas estrellitas encendidas en mano.
— ¿Quieren una? — ofreció haciendo figuritas en el aire.
— Yo sí — la tomé con cuidado dibujando unas antenitas sobre la cabeza de Gib que nos hizo reír.
— No sabía que también eras chistosita, yo también quiero una colega. — chocaron puño en cuanto se la dio. — cuidado, no quiero ir contigo a urgencias.
— Ay lo dices como si en serio fuera a pasar.
— La probabilidad existe así que ten mucho cuidado. — dijo a Tony. — sino perderás tus VIP para nuestro siguiente concierto.
