Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Gib... no lo hagas — le pedí lentamente haciendo algunos ademanes, el malévolo sonrió con picardía y me cargó para después meterme al helada agua donde pegué uno y mil gritos — ¡Aigh, esta me la pagarás, Gibran! — advertí echándole agua aunque eso no hizo que parara de reírse.
— No te pongas loca, tengo un ojo lesionado. — dijo poniendo las manos por delante. — ¿Cómo me veo así amor? ¿Un pirata sexy? — pose de modelo, (como el que es).
Reí negando — De creído no tienes un pelo, los tienes todos — tiré de su mano metiéndolo conmigo al agua.
— Aún me debes esa de la prisión, me dolió mucho lastimarte, aunque te lo ganaste, básicamente. — me besó.
— Ah pero tienes que admitir que soy merecedora de un Oscar. Me conformo con Emmy aunque sea.
— Eres la mejor de todas, sin duda, fue una grandiosa idea, yo sólo tuve que soltar una tuerca y se armó el caos.
— Es que lo tienes en la sangre — bromeé.
— Si, lo sé, lo sé, estoy emocionado, después de mi cumpleaños iremos a conquistar el lugar que tú quieras ¿Fiji? ¿Hawái? ¿Dubái? Tenemos amigos allá y 200 millones que me vas a compartir ¿Cierto? — me besa el cuello, qué juguetón.
Reí — Lo mío es tuyo. Un chico sabio un día dijo que la reina domina lo que el rey domina — le besé en los labios rodeando su cintura con mis piernas — Sólo le di la vuelta a sus palabras.
— La reina posee lo que el rey posee, vamos a tener trabajo cuando tome el cetro, necesitaré apoyo moral de la reina que aún no es reina. — dijo mientras hundía su rostro en mi pecho. — me choca el parche en mi ojo. — comenzó a frotarse.
— No hagas eso — le dije tomando su mano con suavidad para después besarle el dorso — Sólo debes ser paciente unos cuantos días más, ¿okay? — le besé ambos ojos — Te amo rey mío.
— Mi reina hermosa, ¿Que será de nosotros después de esto? No hay bien que por mal no venga, así es esto, no sé si estoy listo para mandar.
— Tampoco yo — confesé — ¿pero sabes qué? Aprenderemos juntos, aunque sea sobre la marcha pero lo lograremos, yo confío en ti — encogí un hombro — Estando juntos ¿qué ha de salir mal?
— Nada Sam, espero que nada, ¿Quieres esto, Sam? ¿Estas dispuesta a soportar todo con tal de estar conmigo?
— Pensé que ya sabrías la respuesta, corazón.
— Es que si yo no entiendo que significa no sé cómo es que tú sí.
Sonreí — Vale, te voy a contar una pequeñita historia de mi infancia que de un modo u otro incluye a toda mi familia — carraspeé pensando en el gallo Claudio por alguna razón — Cuando Jackson y yo éramos pequeños nuestros no solía viajar tanto como ahora, se tomaban su tiempo para jugar con nosotros hasta que era la hora de dormir y un día le pedí a mamá que me contara un cuento de hadas, entonces papá dijo: