Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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— ¿Qué le hicieron? – revisó a Gib y se percató de que no estaba herido, al menos no como para que estuviera así, después inspeccionó el suelo y se encontró con un inmovilizador eléctrico en el suelo.
— Esto le detuvo el corazón. – dijo mientras miraba el voltaje. – y esto lo va a regresar. – preparó el inmovilizador y le dio la primera descarga a Gib en el pecho, Sam se estremeció aterrada. – dale RCP niña. – no entiendo ni entenderé jamás el control de las mujeres, Sam comenzó a soplar aire en la boca de su marido.
— Mierda. – dije desesperado.
— Despeja. – Sam se quitó y volvió a darle una descarga más sobre el pecho, Gibran despertó de golpe, alterado.
— Aquí estoy, aquí estoy. – miró a Sam y la abrazó con tanta ternura que no pude evitar rodar los ojos.
— Tenemos que salir de acá, la policía no tarda en llegar. – mi tío ayudó a Gib a levantarse, me miró.
— Ya decía yo que me faltaba una carta.
— Tu carta está algo indispuesta pero la escopeta es un arma que no necesita dos manos. – Sam se puso bajo el brazo de su marido, este le besó la mejilla y volvió a acariciarla.
— ¿Estás bien?
— Si, y más cuando te vi entrar por esa ventana volando como un loco. – sonrió sin muchas ganas.
— Veo que estás bien porque tienes ganas de pelear. – bajamos lo más rápido que se pudo del edificio y salimos por la parte trasera, abordamos nuestro Mercedes Benz.
— Tenemos que ir a las afueras de Roma, ahí están los demás. – dijo Gib.
— Tienen que ir a un hospital. – le dije a mi tío.
— Si, iremos a las afueras de Roma, a un hospital, es genial que el rey esté en casa ¿No?
— No ganamos para sustos con este sujeto. – mi tío rió levemente y condujo hasta las afueras de Roma, vaya luna de miel de este par.
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