Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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La enfermera fue por Gibran y regresó con él.
— Doctor Gonzalez, muchas gracias.
— Un placer volver a verte.
— Sam, él es el hermano de Nancy, la doctora ¿La recuerdas?
— Claro — respondí intentando poner mi mejor cara.
— Te dejo Gib.
— Gracias Jul, en serio.
— De nada. — Gib entró a la habitación al tiempo que el medico salía.
— ¿Como estás?
— Mejor, en serio.
— Me espanté, mucho.
respingué limpiándome las mejillas — Lo lamento. No quería que te asustaras.
— Dios santo, si muero joven no puede ser por algo que no tenga que ver contigo y un infarto. — se acercó. — eres malo piolin.
— No le digas eso — susurré, me sentía exhausta más mentalmente que de manera física.
— Es mi hijo, debe tener de nuestra maldad, ¿Verdad, piolin? Badboy. — se acercó y me abrazó. — ¿Te gusta la habitación, estás cómoda?
— La verdad no creo que sea relevante — me escondí en su cuello —. Odio que nos separen.
— Estaremos bien, me quedaré contigo.
— ¿Y acaso yo dije que te podías ir?
— No vamos a dormir juntos, luego tengo sueños pesados y no quisiera hacerte daño, digo, ahorita que no puedes ponerme contra el colchón torciendo mi brazo en la espalda. — me besa. — no seas vengativa conmigo, por favor.
— Quiero irme a casa, estar en mi camita contigo y que cantes para nosotros.
— No creo que sea prudente que salgas de aquí Sam, sentí que piolin aparecería en cualquier momento y no es mi deseo verlo por el momento, hasta que pueda al menos sobrevivir sin ti, así que, sabes que adoro cumplir tus deseos pero temo que declino al menos este.
— ¿Cuánto tiempo estaré aquí?
— Lo que Julio diga que necesitas, ni mas ni menos.
resoplé levantando la vista — ¿Es obligatorio? No quiero quedarme más tiempo aquí.
— Si quieres verlo como una obligación, lo es, porque yo lo digo también ¿De acuerdo?
— Supongo que no tenemos opciones pequeño, Eiden — le dije en un susurro.
— No, pero yo me voy a quedar aquí, mientras Renan y compañía se encargan de dejar en alto Cofradía en la convención, pediré la guitarra, cantaré hasta que me quede ronco y dormiremos como una familia normal.