Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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En cuanto Emilio Varela alejó a los centinelas de la frontera mis hombres me avisaron, desde entonces no pude dormir, salí al balcón a fumar un cigarrillo.
— No es bueno verte así.
— No sé cómo, pero el Palacios ha logrado que Varela quitara los centinelas de la frontera. – dije con pesar.
— Eric, no es nuestro asunto, ya tendremos nuestros propios problemas, no quiero preocupaciones. – exhalé el humo del cigarrillo mientras miraba al horizonte desde nuestro ático de 40 plantas.
— ¿Por qué no me dijiste que estás embarazada? – le susurré, Kath se quedó muda, tragó saliva.
— No quería preocuparte. – Kath quiso abrazarme, pero de forma inconsciente, lo evité.
— Eres mi esposa, mi trabajo es preocuparme por ti, Kath, sabes bien que yo debo frenar esto, sin embargo no puedo.
— ¡No quiero más problemas!
— ¡Gibran fue el que me dijo que estás embarazada! En mi vida me había sentido tan inseguro, Kath, no sabes lo que fue para mí enterarme por él que mi esposa está esperando mi tercer hijo.
— Eric, no quiero pelear, los niños están durmiendo.
— ¿Ahora te importa? ¿Qué te pasa, Kath?
— Eric, estás frustrado, cálmate.
— Lo estoy, porque ese cabrón me tiene atado de manos, amenazó la vida de mis hijos, de ese que llevas en el vientre, tengo que pensar qué será más fácil, si jugar contra él o contra Mijaíl, estoy en una bronca y no me ayudaste en nada Kath.
— Eric... yo. – me quiso abrazar y de nuevo me aparté, caminé dentro y busqué las llaves de mi coche. — ¿Eric?
— Voy a ir a cualquier parte, volveré cuando esté menos enojado contigo. – dije tomando las llaves y subiendo al ascensor antes de que pudiera reaccionar, una vez abajo, tomé mi móvil y llamé a mi papá.
— ¿Eric? Hijo, son las 4 de la mañana.
— Estoy frustrado ¿Puedo compartirla contigo?
— Claro que sí, hijo, ven a casa, con cuidado.
— Voy para allá. – dije abordando el coche, ese Palacios hijo de puta.
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