Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
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— Oye, cabrón, no te vas a ir solo.
—Edilson, no podemos arriesgarnos de más, voy a ir con los mejores hombres que tenemos, esos pendejos quieren que muerda un anzuelo y lo haré, es Tennesse, es Jorge, su esposa, las chicas que trabajan para nosotros, no puedo permitirlo.
— Si vas te van a matar.
— No lo sabemos.
— Es Juárez, Gibran, sabes que ese pendejo de Varela tiene entre sus gatos a hombres que estuvieron en el ejército, son unos putos locos, entiende, tenemos que ir contigo.
— No, es una orden.
— Gibran.
— Ya dije, doblen la seguridad, encárguense de que todos viajen sin problemas a La Riviera y por favor, que mi mamá no se entere.
— Gibran, no seas cabrón ¿Qué sentido tiene que seamos los jerarcas de tu equipo si al final trabajas solo? – dije con desesperación, Gib se detuvo y me tomó de ambos hombros.
— Si no los llevo es porque creo que puedo sacar el pedo sin que ustedes tengan que arriesgarse, son mis hermanos, mi familia, no tengo nada más importante que ustedes, el territorio no me importa, sin embargo, creo que los chicos y tú pueden encargarse de recuperar "Los Manzanos" sin problemas, no quiero errores, los quiero a todos de vuelta en casa, quiero a Renan, la werita, mi casi esposa y nuestros padres como dentro de una esfera sin que se den cuenta.
— ¿Crees que puedes jugarle al chingón sin que mi tío Isaac se dé cuenta?
— Gibran.
— Ptaa. – resopló. — ¿Qué pasa pá?
— ¿Qué pasó?
— Entraron a la hacienda de los manzanos, voy a ir a Juárez por la gente que se llevaron.
— Gib, es una locura, sabes que Varela no va a dudar en meterte una bala en el cuerpo.
— Y yo tampoco papá, tienen a Tennesse.
— ¿Qué?
— Tennesse estaba en los manzanos, me enviaron un vídeo, los van a matar si no voy, ese cabrón va a aprender que conmigo no se mete, papá, y menos con la familia.
— Gib, voy contigo.
— No, ¿Quieres dejar a mamá sola con Iris? No abuses de que es demasiado tranquila.
— ¿Qué le voy a decir a tu madre?
— Eres un genio, algo se te va a ocurrir, me voy en una hora, me iré a despedir de Iris.
— No te despidas, Gib.
— Oye, solo sacaré a pasear a los perros. – le palmeó el brazo a su papá. – no te preocupes, calmo a esos perros y me vengo.
