Por fin las cosas parecen estar tomando el lugar que le corresponden; sin embargo, el proceso no será fácil para ningún miembro de Carta Blanca ni aliados.
Gibrán y Samantha por fin están juntos después de haber ideado un plan perfecto para escapar...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Vi a papá regresar al hospital.
— Oye, escarabajo, ¿Tu tío Isaac está aquí? ¿Ya volvió? — miró mi mano enlazada con la de Abe y elevó las cejas. — ¿Por qué están tomados de la mano? — dijo a modo reproche.
— Señor Palacios, un gusto volver a verle — saludó Abe —. ¿Cree tener un poco de tiempo para que hablemos? Le prometo que será lo más breve posible.
— Siempre y cuando sueltes a mi pequeño escarabajo, ahora, muchachito.
— Disculpe pero no creo que sea posible, ya que si lo hiciera, me estaría retractando sobre este momento.
— ¿Prefieres que te rompa los dientes?
— Rockdaddy.
— No me pidas que me calme, se sueltan o no hay charla.
Me miró — Entonces seré directo — le regresó la mirada a mi padre —. Señor, la verdad es que su hija me gusta, también me da miedo pero eso no significa que vaya a hacer mal las cosas. Me gustaría asistir a la boda de su primo como su pareja y no quiero decepcionarla porque no se nos concedió el permiso.
— Valiente el caballero. — papá se acercó, creo que lo olió. — de acuerdo, eres caballero, si se te olvida, te mato.
— Tendría que hacer fila después de mi madre.
— No importa, detrás de mi está mi esposa y detrás de ella sus hermanos, así que tú dirás.
— Papá.
— Silencio, después hablamos.
— Entonces... ¿cuento con su aprobación?
— Si y no, mi princesa no es tú conquista, es mi princesa, ¿De acuerdo? Quieres ser parte de mi familia, te lo ganas.
Asintió — Concuerdo en que es lo justo.
— Perfecto, cuídala, si le pasa algo, te mato.
— De acuerdo. Me regiré por sus condiciones señor, Palacios.
— Me agrada. — dice mi papá mientras le abraza. — Cuídala, se ve que eres buen chico.
— Le aseguro que su hija estará en buenas manos, he tenido bastantes años para practicar — murmuró.
— Perfecto, los veo en un rato. — dijo siguiendo su camino a donde sea que vaya.
— Un gusto hablar con usted, señor.
— Nos vemos hijos, Dios, ya lo dije.
Rió — Fue más sencillo de lo que imaginé.
— Mi papá es impredecible, está loquito, pero lo amo.
— Yo lo miro bastante cuerdo.
— ¿Lo has visto en algún concierto?
— Confieso que no, pero tal vez al rato lo haga. Pero — me tomó de ambas manos — antes nos queda un asunto por resolver.