CAPITULO LVIII "MI EMPLEADOR"

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No podían proteger todo Chihuahua, y mucho menos una frontera tan complicada como lo era Ciudad Juárez, sin embargo, estoy consciente de que lo iban a intentar

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No podían proteger todo Chihuahua, y mucho menos una frontera tan complicada como lo era Ciudad Juárez, sin embargo, estoy consciente de que lo iban a intentar. Para no llamar la atención decidimos ponernos jeans y camisa a cuadros, llegamos a una casa de seguridad en Catalán y esperamos que la noche llegara e hiciera su trabajo; estaba consciente de que tenía 4 días para terminar esto, y no porque en 4 días fuera mi boda, tenía 4 días, porque pasados de ellos, seguramente Ryan me mandaría a mi gente en una hielera hecha picadillo, respiré apresuradamente al solo consentir la idea de que mi gente muriera por un error mío.

— ¿Qué sugiere el jefe que hagamos?

— Descansar, el viaje fue largo, no llamen la atención.

— ¿Qué?

— Lo que oíste, no quiero gente estresada para esta noche, vamos a tronar las 3 casas de seguridad de los Varela y nos iremos a su centro de comando contoneándonos como mujeres de la vida galante. – Brad rió seguido de mis hombres, yo también me reí. – los quiero relajados, cabrones.

— Bueno jefe, la del problema es su carita, así que si nos disculpa, iremos por unas cervezas y comida, porque no puedo matar con el estómago vacío. – me volví a reír, estos cabrones.

— Vayan, me quedaré acá. – dije tirándome en el sofá.

— Bueno, yo me quedo, me traen algo.

— Brad, ve.

— No, jefe, la última vez que me fui sin ti me tomó casi 2 años verte, me quedo. – dijo despidiendo a los muchachos, saqué mi arma de mi costado y la puse en la mesita de noche que se encontraba cerca del sofá, exhalé. – lo vamos a lograr, no te preocupes.

— Varela siempre ha demostrado tener pocos huevos, lo creo capaz de cualquier cosa, Brad. – encendió la televisión que se encontraba frente al sofá, sacó una bolsa de papas de su mochila y la compartió conmigo. – Envidioso. – le dije antes de reírme.

— Extrañaba momentos complicados contigo.

— En ese entonces era más fuerza bruta que otra cosa, Brad, la vida me ha hecho menos estúpido y más audaz.

— ¿Se puede ser más audaz que tú? Nah. – sonreí. Total que después de un buen rato me quedé dormido sobre el sofá, desperté de golpe y miré a la ventana, estaba atardeciendo.

— Brad. – la casa era alargada, tenía un enorme pasillo con ventanas que daban a la calle, claro, todas las habíamos dejado con su respectiva cortina, tampoco se trata de llamar la atención.

— ¿Qué pasa hermano?

— ¿No han llegado esos cabrones?

— Seguro se fueron a comprar damas.

— Que no chinguen. – dije entre risas, me froté el cuello y cerré los ojos. – ni una cervecita, ni nada para el patrón.

— Para que veas que no de todos eres digno de respeto.

▬SHOOT ME DOWN: OR LOVE ME HARDER ▬PARTE 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora