- ¿Hola?- preguntó en la habitación aún con el papel en la mano. Nadie respondió.
La voz que escuchaba Seokjin se había ido. Le había parecido extraño, pues no entendía cómo es que un sueño se conectaba con la realidad. Jungkook había escrito esa nota, pero... ¿cómo había llegado a sus manos? Jungkook estaba muerto, y aquella voz misteriosa sólo aparecía en ciertas ocasiones. Seokjin estaba convencido de que esa era la verdad, pues la carta demostraba ser cierta, por lo cual, no había sido un simple sueño. Ahora bien, ¿quién era el dueño de aquella voz? ¿por qué le hablaba a él? ¿por qué le había mostrado lo que ocurrió aquella vez, durante los últimos minutos de vida del pobre estudiante? Seokjin se detuvo, aún con esas preguntas en la mente. Se detuvo a pensar, quizás él podría ser el causante de que todos sepan la verdad. Así, miró hacia el reloj que se situaba a pocos metros de donde él se encontraba. Era hora de ir a clases.
Seokjin tomó nueva ropa de su armario, limpia y bien clara. Se dirigió al baño dispuesto a tomar una relajante ducha.
Las gotas caían por la cabellera del castaño suavemente, logrando que su cabello se vea radiante y expléndido. Con pequeñas gotas en la piel de éste, se secó y se vistió.
Se colocó una camisa blanca, un pantalón gris y unos zapatos de vestir color blanco y negro. Seokjin se veía reluciente. Su cabello bailaba y se movía cuidadosamente, logrando que éste se vea completamente con un rostro angelical. Su piel lucía muy bien, dando una impresión como si hubiera renacido. Tomando su maletín, se encaminó hacia la escuela. Ahora él sabía la verdad. Él salvaría a Jeon Jungkook, como él se lo pidió. Seokjin, a pesar de todo lo que había visto en sus sueños, se veía muy bien, y llevaba una encantadora armonía en su rostro. Sin embargo, esta desapareció cuando en la puerta de la escuela a punto de ingresar observó a Namjoon por unos instantes. Cierto. Había olvidado a Namjoon.- Seokjin.
- Namjoon.- respondió seco, y con una irónica reverencia ingresó a la escuela.
Seokjin se sentía muy incómodo, pues había olvidado todo por un momento, en especial, que era el secretario de Kim Namjoon, por lo cual, debía estar todo el día con él ayudándolo en distintas tareas. En cuanto a los estudiantes, todos llevaban una mirada fija al suelo, se sentían muy mal pues ese día vendrían a declarar si verdaderamente Jungkook se había suicidado o no.
- Yoongi, Jungkook era mi mejor amigo desde jardín. Nos conocimos un día en salita de 3 años, él llevaba una enorme sonrisa y siempre llevaba en una valija juguetes para que ambos juguemos en los recreos. Yo prácticamente crecí con él. Cuando me dijo que vendría a Seúl, vine con él porque no soportaba la idea de estar solo en Busan. Él era como mi hermano, como de mi verdadera sangre.- Jimin comenzó a llorar abrazando a Yoongi. Él se sentía muy mal, pues todos los recuerdos que tenía eran con Jungkook.
- Lo lamento mucho, querido amigo- respondió, acariciando el cabello del rubio suavemente mientras lo consolaba con palabras tan tiernas que nunca nadie creyó que saldrían de la boca de éste.
- Creo que... me gustas- sollozó en su hombro.
- ¿Qué?- preguntó sorprendido, ya que obviamente nunca lo iba a imaginar, por lo cual pensó que escuchó mal debido al gran tartamudeo por parte de Jimin.
Jimin se alejó un poco de su hombro y lo miró fijamente a los ojos. Sus rostros se encontraban muy cerca, él podía percibir la respiración un tanto agitada de Yoongi que cada vez iba empeorando. Yoongi estaba nervioso, mirando paralizado a los ojos llorosos de Jimin. Con ternura, Jimin lo miró y se acercó al oído de éste cuidadosamente, y le susurró:
- Me gustas, Min Yoongi.
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La flor de la Navidad; {BTS}
FanfictionUn instituto. Dos estudiantes desaparecidos. ¿Será cuestión de tiempo hasta que los hombres puedan averiguar lo sucedido y rescatar a los cautivos? Bienvenidx a una historia llena de misterios, en donde los participantes no sabrán de los obstáculo...