Parte 69

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(Pov Seokjin)

Desperté de un sueño muy profundo del cual no fui capaz de incorporarme rápidamente. Mi cabeza dolía, y lo único que recordaba en aquel entonces era esa inmensa y misteriosa luz que, en el propio instituto donde trabajaba, iluminaba mi rostro con tanta intensidad que hacía que mis ojos comenzaran a ver todo borroso por su significante presencia.

De a poco, comencé a incorporarme, abriendo los ojos lentamente. Nada. Todo se encontraba muy oscuro en aquel lugar. No podía ver absolutamente nada.

Levanté mi cuerpo del suelo en donde yacía, el cual era húmedo y con textura suave, como si estuviera recostado en una gran cama con frazadas hechas de un material delicado, como un peluche. Pero no, definitivamente no estaba en ninguna cama, ni en ninguna nube mágica. Estaba en el medio de una gran oscuridad, del cual no era capaz de escapar. Todo era muy tranquilo allí. Muchos en mi lugar se asustarían, pero sentía una cierta paz relajante a todo lo que estaba viviendo.

Comencé a dar unos pasos, y el suave suelo hacía que mis zapatos —acharolados— se entierren levemente por el lugar. De hecho, ni siquiera sabía qué es lo que estaba haciendo, ni dónde estaba. Tampoco sabía si estaba caminando por la dirección correcta. O si me encontraba vivo, o muerto.

¿A dónde estoy? Pensé.

Miré hacia todas las direcciones, y nada. Ningún instituto. Ningún adolescente gritando en las recreaciones. Y ningún Namjoon del cual debía preocuparme por ver. Nadie. Ni un minúsculo sonido proveniente, incluso, de los propios pasos que daba. Ahora... ¿estaba caminando realmente por aquel oscuro y misterioso lugar, o era una ilusión y por lo tanto todo parecía tan armonioso, pero en realidad me estaban trasladando en la camilla de un hospital a que puedan revivirme?
Pensar en esas cosas me causaban escalofríos. Es decir, pasé varias veces por hospitales, incluso para enfermos mentales. Pero... no. De ninguna manera. No podía ser una ilusión.
Mi corazón comenzó a agitarse, y al fin pude oír algo: mi propia respiración. Comencé a correr, quién sabe a dónde, mirando nuevamente hacia la nada misma.

- ¿Hola?- pregunté en tono bajo, temiendo a que alguien o algo me haría caer y quizás ese suelo delicado no me recibía, sino una enorme cantidad de metros hacia el vacío.

Nada. Ningún sonido. Solo esa oscuridad y yo.

No sabía realmente lo que estaba haciendo, ni siquiera que estaba haciendo lo correcto. Definitivamente no estaba soñando, ni estaba en un quirófano. Estaba en un lugar real, en un tiempo real, con una oscuridad real. Y de pronto...

Pasos.

Uno. Dos. Tres pasos.

Gemí. Creí que sería mi fin.

Giré en dirección hacia aquellos pasos, y nada: la oscuridad era absoluta. Ni siquiera era capaz de distinguir mis propios pasos pero... ¿por qué los de aquella extraña persona podían escucharse? ¿Por qué sería diferente?

Frustrado, decidí continuar caminando, como lo había estado haciendo ya desde hace varios minutos. Pero no duró mucho. Una gran luz apareció detrás mío. Pude reconocerla de inmediato, era la misma luz que había dominado mi alma por completo antes de perder la consciencia. Volví a girar repentinamente mi cuerpo y corrí en dirección a aquella luz. Pero mientras más corría, más parecía alejarse. ¿Era una luz real, o mi cerebro por electroshock estaba alucinando ver una luz, cuando en realidad, podría ser la luz hacia la mismísima muerte?

Ante aquel perturbador pensamiento, mi cuerpo quedó inmóvil. ¿Y si en realidad me estaba muriendo?

- No lo creo...- susurré. Quería convencerme a mí mismo. No podía morir. No ahora.

No obstante, antes de continuar con mis negativos y desesperantes pensamientos, sentí una corriente de aire muy fría proveniente de aquella dirección en donde me dirigía para seguir a aquella luz, y antes de que pudiese realizar cualquier tipo de acción, sentí una gran fuerza que, con gran brusquedad, hacía movilizar mi cuerpo hacia aquel "algo" del cual no era capaz de distinguir. Me trasladó varios metros, imposibles de reconocer con exactitud, al punto en el que ya no había más un suelo suave como las nubes. Al contrario, sentía un suelo opaco y... ¿frío? Sí, definitivamente era frío. Pero no duró por mucho. De aquel estado de hipotermia que había sufrido, cambió radicalmente a un clima cálido y sofocante. Como si todos los estados de la materia pasaran a mi alrededor. Sin embargo, lo que me llamó más la atención fue otra cosa: aquella luz estaba desapareciendo frente a mí. Estaba lo suficientemente cerca como para tocarla nuevamente, pero no podía. Una fuerza superior me lo impedía. Observé grandiosamente cómo se disolvía en la nada. Pero no desapareció. Es decir, sí lo hizo pero... conformó una especie de muro transparente entre mí y el otro lado de la oscuridad.

No podía comprender qué estaba ocurriendo... podía distinguir el muro, el cual era transparente como un cristal, pero fluido y espeso como una salsa que preparas un viernes por la noche.

Pero mi corazón pareció paralizarse aún más cuando pude distinguir lo que estaba detrás de aquel extraordinario mundo. Algo que tanto había querido ver, y que con gran desespero, no podía articular ninguna palabra en mi boca.
Ellos estaban enfrente mío.
No había nadie más, sólo la oscuridad y yo.

Y
Jeon
Jungkook
y
Park
Jimin.

La flor de la Navidad; {BTS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora