La flor de la Navidad; {BTS}

Parte 41

[POV Seokjin]

Después de haber abandonado el auto de Namjoon me sentí muy mal, demasiado mal. Quería vomitar, y oh casualidad, lo hice. Estos últimos días estuve tan ocupado pensando en todo lo que ocurrió, que no tuve tiempo ni un segundo para pensar en mí. Todo ocurrió muy rápido y eso me afectó bastante. Llegué a mi casa empapado, pues minutos antes de dejar a Namjoon en el auto, comenzó a llover. Llegué a mi casa y me senté en el sofá. Al mismo tiempo, prendí la televisión y programé YouTube. Normalmente, acostumbraba a escuchar música, pues... ¿qué sería de mí sin ella? Cambiando de video de aquí por allá con el control, encontré una lista de canciones que había armado unos meses atrás. Y, pronto, apareció...

"- Oh, ¿escuchas eso?"

"- No puedo creerlo, ¡nuestra canción, Nam!"

"-Ahora no puedes negarte, vamos a bailar ya."

Sí, así era. El recuerdo de aquella fiesta de cumpleaños de Jung Hoseok en la que por segunda vez bailé un lento, apareció al haber encontrado esa canción. Hace unos meses atrás, Namjoon y yo armamos la lista juntos, y claro, no debía faltar nuestra canción. Bailarla con él me hacía sentir muy especial, estar entre sus brazos, abrazar con ambas manos su cuello mientras que él delicadamente tomaba mi cintura... era algo realmente mágico. Era. A partir de aquella vez, cuando lo encontré con una mujer en su casa, no me hizo dudar más. Yo fui muy feliz con él... ¿por qué me tenía que hacer esto? ¿es que acaso nunca me quiso, verdad?

Sí, no era la primera vez que me ponía mal. Mis lágrimas poco a poco comenzaban a bajar de mis ojos, mientras escuchaba esa canción. No quería torturarme, pero... quería llorar. Si bien tengo vagos recuerdos de mi madre, recuerdo que cada vez que lloraba, ella me decía que estaba bien hacerlo, ya que así podía descargar todo lo que tenía adentro para estar un poco mejor. Sin embargo, mi sufrimiento no duró mucho, algo interrumpió eso. El timbre. Al escucharlo, instantáneamente sequé mis lágrimas y me dirigí a la puerta. Era Jung Hoseok.

- ¡Hoseok, qué sorpresa! Por favor, pasa- dije, aparentando que todo estaba bien. Él sonreía, y al escuchar mi petición, asintió e ingresó con una bolsa en su mano derecha- ¿De compras?

- Sí, bueno... compré un poco de alcohol, pero no me gusta tomarlo solo. Creí que quizás podríamos tomarlo juntos. Con todo lo que está ocurriendo, es bueno distraerse a veces. Vine aquí porque me enteré que te permitieron salir del Hospital, ¿no es así?

- Oh, sí, bueno...

- Sabes, olvídalo, sólo bebamos.- respondió sonriendo, mientras se sentó en el sofá y abrió la botella.

- Wwooww, Felipe Rutini, buen gusto.

- Lo sé.

- ¿Y lo compartirás conmigo? Es un vino muy caro.

- También lo sé- rió- pero realmente quiero hacerlo. Por cierto... ¿qué le ocurre a tu cara? te ves algo triste.

- Bueno, es que todo esto me tiene un poco alterado, ¿sabes?

- Pues ya somos dos- respondió, mientras sirvió el vino y chocamos los vasos.

- Bebes rápido- reí.

- Bebes rápido, te emborrachas rápido. ¿Para qué esperar?- sonrió, y a su vez, sirvió su segunda copa.

- Creo que tienes razón- volví a reír.

Pasaron unas horas, y ambos estábamos completamente ebrios. Eso sí, emborrachados por un caro y elegante vino. Hablábamos de muchas cosas, generalmente eran sin sentido, pues Hoseok estaba muy borracho. No recuerdo mucho de esa noche, sólo algo. Algo que cuando nos despedimos me dejó pensando. Me acosté pensando y me dormí pensando en lo que me dijo. Ambos estábamos literalmente ebrios, pero eso en serio fue real. ¿Quién hubiera imaginado que el destino me haya vuelto a encontrar con él?