✡ IV

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Capítulo 4: El Verdadero Examen de Graduación

Aquella misma tarde, Raidel entró al Gran Salón de entrenamiento adolorido y malhumorado. Él estaba tan lejos de dominar su REM como de convertirse en el rey del mundo. Esta vez estaba seguro de que no podría pasar el examen, hiciera lo que hiciera. No sabía ni por qué se molestaba en venir.

Cabizbajo como estaba, entró en el Gran Salón de entrenamiento, el cual estaba completamente vacío, a excepción del viejo, y cuyo suelo aún tenía las manchas de sangre de su propio combate contra la mitad de la academia.

James lo esperaba justo en el centro del salón. Fue a su encuentro.

—¿Listo para graduarte? —le preguntó con entusiasmo.

Raidel hizo una mueca y desvió la mirada.

James le señaló un cojín que estaba al frente suyo.

—Toma asiento, muchacho, y enseñame tus grandiosas habilidades con el REM.

Raidel tomó asiento.

—¿Y qué quiere que haga? —preguntó con un suspiro—. ¿Quiere que use mi REM para prender en llamas a una montaña entera? ¿O quizás provocar una intensa lluvia de fuego? Tal vez sería mejor si incendiase un castillo entero desde la nada y usando solamente el poder de mi mente —dijo sarcásticamente. Después de todo, ese era el tipo de cosas que Raidel había escuchado que podían hacer los usuarios que controlaban a la perfección el REM del fuego.

El viejo le quedó mirando por un momento, y al instante siguiente soltó una carcajada estruendosa.

—¿Pero qué cuernos estás diciendo? —no paraba de reír—. Ese tipo de cosas solo pueden lograrlas los Maestros Legendarios. En esta academia no se pide nada parecido. El requisito principal para graduarse es simplemente hacer una pequeña demostración de tu REM. Y con pequeña demostración me refiero a crear una pequeña llamarada o algo por el estilo —lo miró fijamente—. Ya que tu REM es de fuego, ¿no?

Anciano de los seis infiernos, lo había vuelto a hacer. Le había vuelto a engañar haciéndole creer que no se podía graduar tan fácilmente... Aunque bueno, técnicamente él único que se había autoengañado aquí había sido él mismo.

—Sí, es de fuego —asintió el pelirrojo finalmente.

—Entonces, adelante —dijo James, nuevamente expectante—. ¿Qué tal si prendes tu mano en llamas?

Raidel prendió su mano derecha en llamas al instante. No le ardía ni le causaba ningún dolor en lo absoluto, ya que el elemento en particular de alguien que controla el REM  —en este caso el fuego para Raidel—, no afecta en lo absoluto a su propio cuerpo. De esta forma, Raidel podía incendiar todo su cuerpo en llamas y no le sucedería nada. Por otro lado, alguien que controlara el rayo podía ser golpeado por uno y tampoco le sucedería nada. Con todos los elementos pasaba lo mismo.

El anciano contempló fijamente la mano en llamas. Estaba sorprendido.

—Bien —dijo al fin, apartando la vista—. Ahora prende fuego a tu cabeza.

Aquello era un poco más complicado. Raidel se concentró un poco, y luego de unos segundos finalmente lo logró: De su cabeza empezaron a brotar ardientes llamas anaranjadas-rojizas que le cubrieron la cara y el cabello por igual. Raidel solo sintió que una agradable sensación cálida le recorría el rostro como si se tratase de la caricia del sol.

El viejo acercó un dedo hacia el fuego y, tras tocarlo levemente, lo retiró rápidamente con su dedo casi chamuscado.

—Vaya —dijo—. Nunca me deja de sorprender lo increíble que puede resultar el REM de fuego...

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora