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Capítulo 92: El Torneo de Capitanes

—¡Así que sí, carajo! —exclamó Raidel, muy entusiasmado—. ¡Esta vez sí es una cita!

—Todo es gracias a mis consejos —dijo Dantol con tranquilidad.

El muchacho soltó un profuso escupitajo al suelo, que por poco impacta contra las sucias botas de su compañero.

—¡Tus consejos son una reverenda mierda! —gruñó—. Tuve que improvisar para que todo saliera bien...

—¡Pfff! No mientas —El borracho esbozó una amplia sonrisa—. Los consejos del mejor conquistador del reino nunca fallan.

Raidel soltó un suspiro. Era caso perdido.

—Mejor procedamos a lo que hemos venido, ¿quieres?

Ambos se encontraban en uno de los muchos Patios de Entrenamiento que habían repartidos por el reino.

Dantol se encogió de hombros,

—Está bien, pero no seas demasiado rudo. Recuerda que estoy fuera de forma...

—No te preocupes —dijo el muchacho—. Te trataré bien... Te trataré tan bien que cuando termine el día saldrás cojeando de aquí; estarás tan adolorido y exhausto que preferirás nunca haber nacido.

Dantol tragó saliva.

—Así es —confirmó Karson—. La misión fue un rotundo éxito. El rey Dyler ha muerto.

El viejo Lakmar sonrió

—Buen trabajo, Karson, como siempre.

Ambos se encontraban en el Salón del Trono.

El Cara Quemada no mostró ninguna reacción ante los halagos del rey, dado que había regresado con un cansacio tan tremendo que lo único que quería era largarse a dormir. Aunque, de hecho, ya había tenido algo de tiempo para descansar en el camino de regreso, pero no le parecía suficiente.

El viejo se revolvió en su trono, inquieto. Algo le preocupaba.

—Supongo que no dejaste ninguna pista de tu presencia, ¿no es así? —lo observó con una mirada penetrante, como si quisiera leerle la mente—. Nadie te vio entrar ni salir, ¿cierto?

—Nadie —aseguró Karson rotundamente—. Es más, coloqué los cadáveres del rey y de su sirviente de tal forma que pareciera que éste lo asesinó y luego se suicidó.

—Muy bien, muy bien —volvió a halagar Lakmar—. Nadie sospechará que nosotros tuvimos algo que ver —A continuación soltó uno de sus suspiros prolongados y fatigados de anciano, los cuales parecían llevar consigo todo el peso de los años—. Supongo que esta es una buena oportunidad para lanzar una invasión... Están indefensos, confundidos, y su rey acaba de morir. Nadie se lo esperaría...

—Pero hay un pequeño problema con eso —señaló Karson—. Estamos muy bajos de personal. Nosotros perdimos a muchos más soldados que ellos en la guerra.

El rey reflexionó un poco el asunto.

—Ese es un buen punto —concedió—. Sin embargo tendré que discutirlo detenidamente con el Comandante Legnar...

Karson hizo una pequeña reverencia.

—Sea lo que fuera que termine decidiendo, hágalo con prudencia —aconsejó, y acto seguido se marchó del lugar.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora