✡ XXXVIII

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Capítulo 38: El Escuadrón de Asesinato

En esta ocasión habían ido a la casa de Threon. Raidel les contó todo lo que había sucedido en la reunión del consejo. Ellos escucharon, expectantes.

—¡Ajá, lo sabía! —dijo Dantol, en cuanto el muchacho terminó de contar su historia. Estaba más entusiasmado que nunca por haber dado en el clavo.

—Oye, hermano, espera un segundo —le dijo Threon a Dantol—. ¿Eso no se supone que es algo malo?

Dantol se encogió de hombros.

—El rey puede sospechar de nuestro amigo todo lo que quiera. Puede poner a Generales disfrazados de Capitanes para que lo vigilen, pero con ello no logrará hacer nada más que recalcar la inocencia de Raidel —de un tirón se vació la copa de cerveza en la boca—. Así que no, no es algo malo.

Threon suspiró de alivio.

Raidel no mostró signo alguno de haber escuchado sus palabras. Su mente estaba divagando en otra cuestión muy diferente.

—Hay algo que no me lo he podido sacar de la cabeza desde el momento en que lo escuché —dijo finalmente, luego de un corto silencio—. Es acerca de ese reino llamado Subalia. Como ya lo mencioné, un anciano dijo que sus fuerzas armadas superan por el doble a las nuestras...

—Sí, su reino es más grande y poderoso que el nuestro —dijo Dantol con tranquilidad, destapando otra botella de cerveza.

—¿Acaso no te pone nervioso que ese anciano haya dicho que es muy probable que tengan pensado atacarnos? Y por cierto, ¿por qué querrían atacarnos en primer lugar?

—Se dice que ellos podrían querer nuestras tierras. Ya sabes, conquistarnos —dijo Dantol—. Pero esas afirmaciones vienen desde mucho antes de que yo naciera, y además no están confirmadas. Todo el miedo que la gente de Ludonia tiene hacia ellos puede deberse simplemente al hecho de que su reino es el más cercano al nuestro.

—Aún así me parece algo peligroso —dijo Raidel.

—Sí, puede ser peligroso —concedió Dantol, dando un buen trago—. Subalia nunca se ha llevado muy bien con nosotros. A veces nos llegan exigencias y amenazas de su parte, pero pese a eso nuestro tacaño viejo rey nunca les regala nada —se echó a reír.

—El viejo no es alguien que se deje intimidar fácilmente —agregó Threon—. Como Subalia posee gran poder, a veces ellos intentan aprovecharse de nosotros, exigiendo que les vendamos nuestros productos a mitad de precio y ese tipo de cosas, pero nuestro viejo nunca lo permite... jamás lo ha hecho. Y como es de esperarse, cada vez que esto ocurre, Subalia amenaza con declararnos la guerra, pero hasta ahora ellos nunca nos han puesto ni un solo dedo encima. Eso es raro, ¿no? Algunos afirman que esta es la calma que precede a la tormenta —Dantol le ofreció otra copa. Con esta ya eran ocho—. ¿Quién sabe? Puede ser verdad. Y aunque lo fuera, no hay nada que nosotros podamos hacer para evitar la posible futura guerra.

—¿Nada?

—¿Qué propones? ¿Hacer cambiar de opinión al vejestorio testarudo del rey? Pfff. Imposible —se recostó en la silla—. Ni siquiera su madre podría lograr tal hazaña.

Por experiencia propia, Raidel sabía que eso debía de ser verdad. Por más que los miembros del consejo se lo pidieron de distintas formas, el rey nunca accedió a reducir las horas de trabajo de los esclavos...

—Por cierto —recordó Raidel—, yo no sabía que aquí hubieran esclavos —de pronto se había puesto bastante enfadado—. ¿Por qué permiten algo tan... tan...? —se detuvo, intentando encontrar la palabra correcta.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora