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Capítulo 53: El Que Está Más Allá

Al día siguiente, Raidel se había levantado con un fuerte dolor en el puño izquierdo. Había puesto todas sus fuerzas en aquel golpe hacia Legnar. Pero por alguna extraña razón, el muchacho había sido quien salió más perjudicado que el Comandante.

Por suerte, Raidel no se había roto el puño, pero él sospechaba de que estuvo cerca de hacerlo. Muy cerca.

—¡Carajo! ¿Golpeaste a Legnar? —exclamó Dantol en cuanto el muchacho les contó lo sucedido el día anterior. Su expresión en el rostro no era diferente a la que habría puesto si Raidel le hubiera dicho que le habían sentenciado a una muerte en la hoguera—. ¿Qué diablos has hecho, hermano?

Threon también se veía desesperado:

—¿Recuerdas cuando casi tuviste que abandonar el reino para garantizar tu supervivencia? —soltó unas cuantas tocecitas para aminorar el efecto de las devastadoras palabras que vendrían a continuación—: Bueno, al parecer hoy es el día.

—¿Abandonar el reino? ¿Lo dices en serio? —Raidel soltó una carcajada—. No creo que Legnar quiera matarme solo porque lo "golpeé" —se encogió de hombros—. Como dije, no le hice ningún daño en lo absoluto. Además no es la primera vez que lo golpeo...

—¿Así que lo has golpeado en más de una ocasión? —A Dantol casi le dio un paro respiratorio por la declaración de Raidel.

—Eso no es lo importante —dijo el muchacho sin entender muy bien el por qué los borrachos actuaban tan exageradamente—. La cuestión es que yo lo golpeé con toda mi fuerza, pero no le hice ninguna clase de daño —les mostró su puño, el cual estaba rojo e hinchado—. ¿Ustedes saben que clase de truco usó?

Threon y Dantol se encogieron de hombros.

—No creo que sea ningún truco —opinó Dantol, quien todavía parecía algo intranquilo—. Él es tan fuerte que su poder excede cualquier pronóstico —soltó un suspiro de impotencia—. Ese sujeto está en un nivel completamente diferente al de cualquier guerrero de Ludonia... Él está más allá.

—Dicho de esa forma, pareciera que te estuvieras refiriendo a algún Dios Supremo —dijo Raidel con una risita—. Dame un par de días de entrenamiento y te garantizo que le bajaré los humos a ese tal Legnar —miró fijamente a sus compañeros—. Hoy puede que ese simio se crea invencible, pero alguien va a tener que bajarle de la nube, ¿no?

Justo en aquel instante, y antes de que Dantol o Threon pudieran replicar, alguien tocó la puerta de la casa con sumo ímpetu. Aquel fuerte e insistente sonido sugería que se trataba de algo urgente.

Y cuando los tres fueron a abrir la puerta, se encontraron con uno de los Capitanes de Escuadrón, quien sin molestarse en saludar, se dirigió directamente hacia Raidel.

—El rey requiere de tu presencia —le informó con seriedad—. Quiere verte ahora mismo.

—¡No! ¡Eso no sucederá! —gritaron Dantol y Threon al unísono. De seguro todo esto tenía algo que ver con el hecho de que Raidel había golpeado a Legnar. ¡Probablemente exiliaran al muchacho del reino por su imprudencia! O mucho peor, quizá lo mandaran a matar. ¡Dantol y Threon no podían permitirlo!

Tras sus palabras, el soldado les quedó mirando sin entender a qué se referían.

—¡No lo permitiremos! —repitieron Dantol y Threon, dispuestos a luchar si era necesario.

Pero Raidel levantó una mano para tranquilizarlos.

—De seguro el viejo quiere que le lea un cuento antes de su siesta matutina o algo por el estilo —dijo Raidel, sin darle mucha importancia—. No se preocupen, estaré por aquí en unos minutos.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora