✡ LII

803 114 20
                                    

Capítulo 52: Un Nuevo Encuentro

El día después de la subasta, Raidel, Dantol y Threon decidieron ir a probar sus habilidades al patio de entrenamiento, y de paso comprobar el poder de la nueva guadaña de Raidel, la cual descubrieron con gran sorpresa que era portátil. Aquella arma podía doblarse y plegarse para ocupar menos espacio. Y lo más asombroso de todo era que, pese al inmenso tamaño que tenía, la guadaña resultaba tan increíblemente ligera que parecía hecha de papel. Raidel nunca antes había visto un arma con semejantes capacidades tan sorprendentes.

Dantol, quien aún tenía varios moretones por toda la cara, estaba bastante confiado de sus habilidades en batalla. Él aseguró que podía darle una buena pelea a Raidel. Hasta dijo que podría ganarle si tenía algo de suerte. Pero lamentablemente esto no resultó ser tan cierto en la práctica:

—¡Santa mierda! —exclamó Dantol, esquivando por los pelos la guadaña de Raidel que venía tras su cabeza.

El muchacho detuvo sus brutales ataques para darle un respiro a su compañero. Al parecer, este ritmo era demasiado para él.

Dantol, sudoroso y jadeante, aprovechó el breve momento de descanso para recuperar sus energías. No se explicaba cómo era posible que Raidel no tuviera ninguna gota de sudor. Es más, ni siquiera estaba mínimamente agitado.

—¡Por los cien mil infiernos, casi me quedo sin cabeza! —murmuró Dantol, recordando las decenas de veces que la hoja de la guadaña le había rozado el cuello.

Threon, quien estaba tumbado en el suelo a quince metros de distancia de ellos, soltó una carcajada.

—Hey, Dantol, no eres muy bueno en esto —dijo Threon entre risas—. Nuestro amigo Raidel te está dando la paliza de tu vida. Ante él, no eres más que un saco de papas...

—Y lo dice quien no pudo durar ni diez segundos de pie antes de que lo derribaran —dijo Dantol, limpiándose el sudor de la frente con el reverso de la mano.

—Bueno, debo reconocer que no estoy en mi mejor forma —admitió Threon.

—De todas formas fue un buen entrenamiento —dijo Raidel, mientras plegaba su guadaña, convirtiéndola así en un artefacto del tamaño aproximado de una espada—. Ya lo he dicho antes, pero esta arma es fabulosa… Jamás me imaginé que podría existir algo así.

Al ver que Raidel ya no iba a continuar con el entrenamiento, Dantol soltó un suspiro de alivio y se tiró al suelo para poder descansar mejor.

—Diablos, no recuerdo la última vez que me cansé tanto —anunció, aún agitado—. Nada ni nadie me va a poder levantar de aquí por las próximas dos horas…

A Raidel le había hecho gracia aquel comentario. Si ese era el nivel de todos los Capitanes, entonces tampoco eran tan fuertes que digamos. Pese a que el entrenamiento había durado algo más de veinte minutos ininterrumpidos, el ritmo no había sido tan intenso como el que Raidel estaba acostumbrado en sus peleas.

—Vaya que te esforzaste mucho, Dantol —observó Threon, quien había pasado los veinte últimos minutos tirado en el suelo.

—Este combate fue casi tan brutal como la vez que luché contra Toren —dijo Dantol, nostálgico.

Raidel tomó eso como un cumplido. Era estupendo que lo compararan con alguien tan poderoso como Toren Grimerd.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora