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Capítulo 60: Hombre vs Bestia

A Sylfer le temblaron levemente las manos. ¿Estaba alucinando? ¿O lo que veían sus ojos era real?

Sea como fuere, el aura asesina que envolvía a Raidel se intensificó al momento justo en el que la bestia se dirigió hacia él a paso veloz.

El enano quiso gritarle a su compañero para que tuviera cuidado, pero su cuerpo, completamente petrificado, se negó a moverse, como si ya no le perteneciera a él.

El orgullo de Sylfer no lo admitiría jamás, pero lo que causaba su repentina inmovilidad era un terror profundo y atroz. Y este terror no era debido a la bestia, sino a Raidel. El pelirrojo había adquirido una oscura y horrible aura que rodeaba su cuerpo por completo como si se tratara de una siniestra envoltura demoníaca.

Sin embargo, la enorme bestia no debió de haber sentido el terrible poder de su rival porque continuó su camino hacia Raidel sin titubear ni por un segundo.

Sylfer al menos pudo dejarse caer de rodillas, mientras observaba, atónito, como Raidel esperaba tranquilamente a la bestia con su guadaña prendida en llamas.

Y cuando finalmente el gigantesco monstruo estuvo a la distancia exacta, Raidel hizo uso de su magnífica guadaña para descargar un brutal golpe en la cabeza su oponente. El impacto había resultado tan potente que provocó un estruendo parecido al de un relámpago que se hizo sonar por todo el lugar. Sylfer tuvo que taparse los oídos para que no se le rompieran los tímpanos.

Y cuando el enano retiró las manos de sus orejas pensó que sin duda la pelea ya debía de haber finalizado, pero no podía estar más equivocado: El daño total que recibió la bestia fue de solo un mísero rasguño en su caparazón.

—Interesante —murmuró Raidel, aún con esa voz gruesa y escalofriante que tanto atemorizaba a Sylfer.

La bestia, bastante enfurecida por el ataque de su rival, empezó a moverse con mayor fuerza y velocidad que antes.

Raidel intentó volver a golpearlo con su guadaña, pero el monstruo logró de alguna forma esquivar todos sus ataques a pesar de no poder verlos. Los esquivaba uno tras otro, como si los golpes del pelirrojo no fueran más que un juego de niños.

Sylfer, aún en el suelo, apretó fuertemente los dientes, impresionado. Aunque el Zirgo fuera ciego, podía escuchar claramente el sonido que hacía la hoja de la guadaña de Raidel al cortar el aire... Y también podía sentir el calor del fuego que emanaba de ésta. Por eso era que podía esquivarlos. La bestia debió de haber intuido que su oponente era muy poderoso, por lo que tuvo que agudizar sus instintos y reflejos al máximo nivel.

Al ver que sus golpes no estaban dando resultados, Raidel chasqueó la lengua, irritado. Y entonces retrocedió varios pasos para poder observar la situación y pensar en un nuevo plan de ataque.

—¡Demonios! ¡Este cangrejo es duro! —gruñó Raidel con el ceño fruncido, sin dejar de mirar al Zirgo que se encontraba enfrente suyo.

—Eso es lo que yo había dicho... —dijo Sylfer por lo bajo, sin muchos ánimos. Su mirada estaba pegada en el suelo.

El monstruo percibió la frustración de Raidel y decidió atacar sin más demora. Fue entonces que se abalanzó hacia él con sus tenazas en lo alto, las cuales producían un extraño sonido metálico al abrirse y cerrarse.

El muchacho rodó por el suelo para esquivar sus ataques y hacerse a un lado. A continuación se puso de pie en un salto e intentó golpearlo con su guadaña, pero el Zirgo percibió su ataque y se hizo a un lado.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora