Capítulo 26: La Propuesta del Rey
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Todos los presentes miraron al rey con confusión, convencidos de que habían escuchado mal. Pero el anciano lo repitió nuevamente:
—¿Quieres formar parte de mi ejército?
Raidel estaba perplejo. ¿Qué diablos era todo esto? ¿A dónde quería llegar con semejante pregunta? Pensó en que probablemente se trataba de una estrategia para que él bajase la guardia y quitase la atención de Stanferd. Y si ese era el caso, lo habían logrado, porque Raidel había acabado de soltar a Stanferd, quien se golpeó la cabeza al caer, quedando instantáneamente inconsciente.
Aunque ahora que lo pensaba más detenidamente, empezaba a dudar de que se tratara de eso, ya que si lo fuera, los soldados se habrían lanzado hacia él en cuanto Stanferd cayó al suelo, pero ellos seguían estáticos en sus posiciones, además de que se encontraban mirando al rey con expresiones de estupefacción en el rostro.
No, esto no era una estrategia para que Raidel quitara la atención de su rehén, ¿pero entonces qué era? ¿Por qué le haría tal pregunta?
El anciano se echó a reír.
—Me miras como si creyeras que tengo intenciones ocultas —dijo—. Te estoy proponiendo que formes parte de mi ejército porque realmente quiero que formes parte de mi ejército, ¿entiendes?
Raidel no dijo nada. Aún seguía mirándolo con los ojos entrecerrados.
El rey se rascó la oreja.
—Veo que eres bastante escéptico —dijo con una sonrisa.
Uno de los Generales de División se acercó a él y le susurró algo al oído.
—Sí, claro que estoy hablando en serio —respondió el rey con un tono de voz lo suficientemente alto como para que Raidel lo escuchara.
—Pero su majestad... —dijo el General—. Él es un...
—Guarda silencio —ordenó el rey—. He tomado mi decisión, ¡y nadie puede hacerme cambiar de parecer! —esa última frase la dijo con un deje provocativo en la voz, como si estuviera desafiando al General a decir lo contrario.
—Lo siento, su majestad —se disculpó el tipo, inclinando la cabeza en señal de reverencia.
Lakmar Wenrich IV se volteó hacia Raidel.
—¿Y entonces qué dices? ¿Aceptas?
Sin decir nada, Raidel miró hacia Threon y Dantol en busca de ayuda. El rey también los regresó a ver.
—Ah, es verdad —recordó el anciano—. Por un segundo me había olvidado de ellos... —se dirigió hacia los soldados que sujetaban e inmovilizaban a ambos prisioneros, y les dijo—: Suéltenlos.
—¿Perdón? —miró al anciano como si no fuera él mismo, sino alguna clase de impostor. ¿Cómo cuernos podía ordenarles que liberasen a los rehenes?
—¡Ya me escuchaste, demonios! —gruñó el rey—. ¡Libéralos ahora mismo!
Sin dejar de mirar al anciano, los soldados soltaron a ambos prisioneros. No había nadie en todo el salón que no estuviese confundido. Nadie sabía qué diantres estaría pensando aquel viejo.
Ni bien fueron liberados, Threon y Dantol corrieron hasta quedar al lado de Raidel. Aunque el rey les había liberado, ellos no mostraban ningún ápice de confianza en sus palabras ni acciones.
—Perfecto —murmuró sarcásticamente un General, fuera de los oídos del rey—. Ahora nos hemos quedado sin rehenes...
—Bueno, ya están a salvo —dijo el rey con aparente calma. Su rostro denotaba amabilidad.
—¿Qué es lo que tramas? —inquirió Raidel bruscamente—. ¿Piensas que vamos a creer que nos dejarás en libertad así sin más?
—Piensa lo que quieras —dijo el viejo—. Si yo lo digo es porque así será.
—¿Por qué harías esto? —Raidel seguía desconfiado. Por más que lo pensara, no podía entender la razón de sus acciones.
—¿Otra vez preguntas lo mismo? —suspiró el rey—. Estamos yendo en círculos. Creí haberte dicho que quiero que te unas a mi ejército. Eso es todo. No hay nada más. No guardo intenciones ocultas ni nada por el estilo, ¿comprendes? ¿com-pren-des? ¿c-o-m-p-r-e-n-d-e-s?
Raidel no dijo nada. Esa última frase había sido un poco excesiva. No sabía si él rey se estaba burlando de él.
—Piénsatelo muy bien —prosiguió el anciano—. La única forma para que deje en libertad a ustedes tres es que tú te unas a mi ejército.
Raidel miró a sus compañeros. Ellos le regresaron a ver. Pese a que habían perdido la confianza en el rey, ambos asintieron con la cabeza, en señal de aprobación.
Pero aunque ambos le habían dado su consentimiento, Raidel todavía se encontraba dudoso. Definitivamente algo no cuadraba en todo esto.
El rey soltó un sonoro bostezo.
—Diablos, muchacho, tengo muchas cosas que hacer, ¿sabes? Aunque no lo parezca, soy un hombre muy ocupado —bromeó—. Pero ya en serio, dime de una maldita vez por todas si aceptas o no mi propuesta, ya que tengo una cita con mi almohada —bostezó otra vez.
Raidel se lo pensó unos segundos. No era una decisión tan fácil como parecía. Dependiendo de lo que eligiera, las cosas podrían cambiar completamente. Además, si aceptaba su propuesta, podría estar firmando sin saberlo ciertas condiciones como de quedarse en Ludonia para siempre... Si algún día se intentaba marchar quizá lo buscarían para matarlo...
Pero ahora mismo no había otra opción más que aceptar la oferta... De todas formas él había venido para convertirse en soldado.
—Aceptaré si nos exoneras a los tres de todos los cargos que se nos han atribuido falsamente en este juicio —dijo finalmente Raidel—. Desde ahora en más, nadie podrá culparnos de nada de lo que ha sucedido aquí, ni mucho menos creer que somos criminales. Ese Stanferd o cualquier otro dejará sus acusaciones en contra de nosotros. No podrá ofendernos de ninguna manera. Si prometes esto, entonces aceptaré tu propuesta sin problema alguno.
Al rey le cayó una gota de sudor en la mejilla... Ese enano era astuto...
—Bueno, está bien —concedió el rey—. Tienes mi palabra.
—Ah, y una cosa más —dijo Raidel—. Estos dos van a seguir conservando su trabajo, ¿no? —señalo a Dantol y Threon.
El anciano se encogió de hombros.
—Claro.
—Bueno, entonces ya tenemos un trato.
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✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero Prodigio
Aventura✡ Primer volumen de la saga "Guerra de Dioses y Demonios" Esta es la legendaria historia de Raidel, un muchacho con grandes poderes y habilidades que irá a recorrer el mundo entero en busca del mayor y más preciado tesoro que la humanidad haya tenid...