✡ XLIV

943 126 18
                                    

Capítulo 44: Legnar Astrom

Stanferd entrecerró los ojos. La presencia de Legnar en el Salón no podía significar nada bueno.

El rey, quien estaba recostado en su trono, se aclaró la garganta, listo para empezar.

—Bueno, vayamos al grano —no despegaba su vista de Stanferd en ningún momento—. Como sabrás, fuiste convocado a mi presencia por contratar al Escuadrón de Asesinato para fines prohibidos...

Stanferd le lanzó una mirada furiosa a Karson.

—Ah, lo siento —se disculpó Karson con una sonrisa—. El rey me amenazó con una muerte en la hoguera, así que no tuve más remedio que contarle toda la verdad.

—¡Demonios! —murmuró Stanferd por lo bajo. ¡Nunca debió de haber confiado en aquel imbécil! Si algo le molestaba más que haber tirado trescientas monedas de oro a la basura era el hecho de que el desgraciado de Raidel aún seguía vivo. ¿Cómo cojones había podido sobrevivir ante cien miembros del Escuadrón de Asesinato, quienes lo atacaron todos a la vez? ¿Es que acaso era inmortal?

Stanferd soltó un gruñido, consciente de que aquello no era todo lo malo, ya que ahora el rey había descubierto que él estaba envuelto en todo este lío. Las cosas no podían estar peor...

—Escuadrón de Asesinato mi trasero —masculló Stanferd en un tono de voz lo suficientemente alto como para que Karson lo escuchara—. ¡Ustedes deberían de llamarse el Escuadrón de Payasos Subnormales!

El rey soltó un suspiro.

Legnar dio un paso adelante, dispuesto a cerrarle esa gran boca de un buen puñetazo, pero el anciano lo detuvo con un gesto con la mano.

—El desastre que causaste es descomunal —anunció el rey con el ceño fruncido—. Gente espantada; Flechas por todos lados (algunas de las cuales llegaron a impactar y matar a varios aldeanos y campesinos inocentes); Casas destruidas; Decenas de asesinos heridos o muertos... ¿Pero sabes qué es lo peor de todo? —sé inclinó un poco más hacia adelante—. Lo peor de todo es que me hayas desobedecido. ¡Te dije específicamente que no quería que pusieras ni un solo dedo encima del muchacho! ¡Y tú vas y contratas a todo el Escuadrón de Asesinato para que vaya a matarlo! —lo miró con furia—. ¿Acaso estás tratando de probarme? ¿Crees que no soy capaz de ejecutarte en este preciso instante?

—Lo siento, su majestad —se disculpó Stanferd con la mirada baja—. Esa no era mi intención.

Varios murmullos recorrieron el salón, pero Stanferd continuó:

—Yo simplemente quería aniquilar al muchacho. Es es todo —apretó fuertemente las mandíbulas—. No es nada personal, es solo que algo me dice que en un futuro cercano él será el mayor de nuestros problemas. ¡Él se convertirá en la principal amenaza para los objetivos y propósitos de Ludonia! ¡Él será quien acabe destruyendo eso que nosotros tanto nos hemos demorado en aplicar a este reino!

El esclavo le regresó a ver por un segundo, pero luego volvió a bajar la mirada para seguir barriendo.

El rey meneó la cabeza de un lado a otro con gesto de exasperación, sin dejar de mirar a Stanferd.

—¿De qué demonios estás hablando? El muchacho es de vital importancia para nosotros... para todo el reino —aseguró el anciano en tono tajante—. Su poder es simplemente extraordinario. ¡Él controla el Rem de fuego! Él solo y sin ninguna ayuda podría derrotar a cientos de soldados... ¿Qué tan fuerte crees que se volverá en el futuro?

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora