✡ XIX

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Capítulo 19: Muerte

Raidel se encontraba atado de pies y manos con grandes y gruesas cadenas de hierro que lo inmovilizaban completamente. Las cadenas, a su vez, estaban enganchadas a la pared.

Observó que estaba dentro de una especie de cueva oscura y sombría.

Se hallaba adolorido. Muy adolorido. Miró a su alrededor y lo primero que vio fue que gran parte de su mano lastimada estaba de un color verde putrefacto y repugnante: La herida se le había infectado. Era probable que perdiera la mano.

Sin embargo, ese era el menor de sus problemas, ya que al instante seguiente se dio cuenta de que Threon estaba al lado suyo. Se encontraba inconsciente, todo golpeado y demacrado. También estaba encadenado de pies y manos.

Raidel gritó su nombre varias veces, pero éste no despertó.

Intentó romper las cadenas, moviendo sus extremidades bruscamente. Pero todo fue en vano: Las cadenas eran demasiado gruesas y resistentes, y él se encontraba más débil que nunca.

Raidel volvió a gritarle a Threon, aunque esta vez lo hizo con un tono de voz más elevado.

No obtuvo respuesta.

Y fue entonces que Raidel se dio cuenta de que este era el fin.

Ya no había escapatoria. Lo matarían como a una rata. Ese era su destino inevitable.

Raidel ya estaba dispuesto a morir cuando de pronto escuchó pasos lejanos que se acercaban lentamente hacia él. Al alzar la mirada vio la silueta de un hombre que se aproximaba. Era Dantol.

Raidel vio que tenía una sonrisa en la cara. Por alguna razón, eso lo había enfurecido.

El soldado se acercó hasta quedar enfrente de él. Llevaba una lanza en las manos.

—Oí que estabas gritando algo así que me apresuré en venir —dijo.

—¿Qué mierda es todo esto? —gruñó Raidel—. ¡Exigo una explicación ahora mismo!

—¿Una explicación? —se burló Dantol—. Eres lento, ¿no? —caminó en círculos—. ¡A VER SI ESTO TE SIRVE COMO EXPLICACIÓN! —y al instante siguiente le clavó la lanza en el abdomen.

Raidel soltó un horrible y prolongado grito de dolor. Parecía que no era la voz de un ser humano, sino los aullidos de un animal moribundo que estaba a punto de morir.

Dantol soltó una carcajada.

—¡A ver si esto te enseña a no meterte con los Capitanes de Escuadrón! —dijo, sacando la lanza de su abdomen.

Raidel chilló y pataleó del dolor. Observó como la sangre empezaba a brotar rápidamente, formando un pequeño charco debajo de él.

—¿Ya entendiste la situación? —dijo Dantol, rebozante de satisfacción.

Raidel estaba tan débil que ni siquiera pudo responderle.

—¡CONTESTAME! —gritó Dantol, clavándole nuevamente la lanza en el abdomen.

Esta vez Raidel ya no gritó. Estaba en estado de shock. Se encontraba ante las puertas de la muerte...

—Así que ya no quieres hablar, ¿eh? ¡Yo haré no vuelvas ha hacerlo nunca más! —oprimió más la lanza hasta que ésta atravesó la espalda de Raidel.

El pelirrojo escupió litros enteros de sangre. Sus organos ya estaban dejando de funcionar, por lo que ya no sentía ningún dolor...

—¡No te mueras todavía que esto no ha terminado! —dijo Dantol riendo. Y a continuación clavó una y otra vez la lanza en el pecho de Raidel.

Dantol saboreó la sangre que chorreaba en la punta de la lanza

—¡Hey! —volvió a gritar—. ¡Te dije que todavía no puedes morirte! —le clavó la lanza en el cuello—. Stanferd ya mismo va a estar aquí, y él también quiere jugar contigo!

A continuación desenfundó una espada que llevaba colgada a la cintura, y con ella cortó y mutiló el brazo izquierdo de Raidel. Y luego el derecho. Y luego ambas piernas.

Y mientras lo hacía, gritaba:

—¡NO TE MUERAS! ¡NO TE MUERAS! ¡NO TE MUERAS!

Todo se estaba poniendo tan oscuro...

Raidel cerró los ojos.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora