✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero Prodigio

✡ XCVIII

Capítulo 98: Monstruo

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Raidel y Legnar salieron apresuradamente de las mazmorras subterráneas.

La brillante luz del Sol cegó al muchacho por unos segundos, pero luego de que sus ojos se acostumbraran a ésta, miró a su alrededor con una expresión de sorpresa en el rostro, ya que había esperado ver sangre, muerte, fuego y putrefacción. Sin embargo, en contra de todos los pronósticos, aquel lugar estaba silencioso y vacío. Raidel no logró ver a ningún alma... Era como si toda la gente hubiera abandonado el reino.

—Evacuamos la zona —explicó Legnar, quien se encontraba algo agitado. Su armadura dorada estaba especialmente brillante hoy día.

—¿Y dónde demonios está el invasor? —dijo Raidel, sin dejar de ver a sus alrededores—. Dijiste que era una sola persona, ¿no? —meneó su cabeza de un lado a otro—. ¿Cómo puede ser posible que un único individuo ponga de rodillas a un reino entero? ¿Quién demonios es él?

—Tengo una pequeña idea de quién es, pero creeme si te digo que estás mejor sin saberlo... En verdad no querrás saberlo.

—¿Es un demonio?

Pero Legnar no le respondió, ya que estaba demasiado ocupado sacando algo de la pequeña bolsa que colgaba de su espalda. A continuación mostró el objeto a Raidel. Se trataba de un trozo de metal del tamaño de una espada... Parecía un objeto inservible, pero Raidel, quien se había quedado con la boca abierta, sabía lo que era en realidad.

—¡Por los dioses! ¡Es mi guadaña portátil! —exclamó mientras arrebataba el arma de las manos de Legnar—. ¿Cómo llegó mi guadaña a tus manos?

—Resulta que tu casa estaba en medio de la trayectoria, así que aproveché la oportunidad para traertela.

El muchacho desplegó su guadaña hasta que ésta alcanzó un increíble tamaño.

—Bueno, será mejor ponernos en marcha —dijo Legnar, mientras sujetaba fuertemente la empuñadura de su Espada de Viento.

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El rey estaba en el Salón del Trono junto con la princesa Misha y treinta soldados más.

—¿Quién demonios es él y de dónde viene? —rugió el anciano desde su trono, impaciente por querer saber todas las respuestas a sus preguntas.

—No estamos seguros, señor... —dijo uno de los Capitanes con la voz entrecortada—. Ruego que nos disculpe...

—¿Qué es lo que quiere de nosotros?

—Parece una conquista, su majestad...

—¿Y nadie es capaz de matarlo?  —su furia, más acentuada que nunca, se sentía claramente en el ambiente.

—Según los informes, el ejército entero está en el sur, intentando detenerlo...

—¿Detenerlo? —dijo el anciano, sin entender a lo que se refería.

—Bueno, es que todo parece indicar que él se está dirigiendo hacia nosotros... al Palacio Real...

La princesa, quien estaba al lado del rey, ahogó una exclamación de terror.

Sin embargo el viejo no pareció tan preocupado.

—Mi ejército está compuesto por miles de soldados... Es solo cuestión de tiempo para que se le agoten todas las energías al invasor...

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Raidel y Legnar treparon hasta la terraza de una inmensa vivienda de seis pisos para observar el panorama completo.