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Capítulo 63:  La Única Meta es Sobrevivir

—¿Qué diablos está sucediendo...? —bramó Raidel, desesperado—. ¡Las barbas de Dios saben que soy demasiado joven para morir!

Sylfer aún seguía de rodillas. Al parecer, el haber escuchado que cientas de criaturas se acercaban hizo que éste perdiera completamente las esperanzas.

—Nuestra pelea contra el Zirgo causó demasiado ruido —susurró el enano a modo de explicación. Su expresión en el rostro era de absoluto abatimiento—. ¡Todo ese maldito ruido debió delatar nuestra posición a esas cientas de bestias hambrientas que ahora mismo se acercan a nosotros! Escapar es inútil. Solo nos queda resignarnos a una muerte lenta y dolorosa...

El muchacho meditó aquella última frase.

—Pfff. ¿Qué estupidez es esa? Hablas como si fueras Slumpy Lumpy.

—¡Tú no lo entiendes! —vociferó el enano—. ¡La más débil de las bestias de este lugar tiene un poder equiparable al de diez Capitanes de Ludonia juntos! —jadeó—. ¡Hay cientas de bestias que se acercan a este lugar ahora mismo! ¿Cómo cuernos piensas enfrentarte a eso?

Raidel abrió la boca para responder, pero al instante la volvió a cerrar. Las palabras de Sylfer tenían su punto... Pero aunque ya no hubiera escapatoria, no podían dejarse matar tan fácilmente.

Raidel se dirigió hacia el enano.

—Bueno, entonces levanta tu culo del suelo. Lucharemos hasta morir —su tono de voz sonaba como una orden.

Sylfer se puso lentamente de pie, y acto seguido desenfundó ambas dagas que llevaba colgadas a la cintura. Su expresión en el rostro seguía siendo sombría, pero con la diferencia de que ahora tenía una chispa de determinación en su mirada.

—Tienes razón —concedió Sylfer, pronunciando despacio las palabras—. Exterminaremos a la mayor cantidad de monstruos posibles... ¡Le haremos un gran favor al mundo al matar  a esas malditas bestias!

Raidel asintió con la cabeza y nuevamente desenfundó su guadaña. A continuación la desplegó en todo su esplendor.

Ambos esperaron pacientemente a que las bestias hicieran su aparición. Y poco a poco, mientras transcurrían los segundos, empezaron a escucharlos acercarse con mayor claridad. Aunque lo raro del asunto era que todos parecían emitir el mismo sonido al moverse. Y ese sonido era sospechosamente parecido al que producían los caballos al desplazarse. Raidel entrecerró los ojos. ¿Qué diablos significaba esto? Y para su consuelo, la respuesta llegó en el mismo instante en el que las criaturas aparecieron a la vista desde lo lejos:

Al principio Raidel creyó que se trataba de una tropa de soldados montando a caballo, pero cuando éstos se acercaron lo suficiente para poder verlos claramente, Raidel soltó una exclamación de sorpresa.

Eran centauros.

Sylfer también parecía sorprendido, pero no tanto como su compañero, quien se encontraba con la boca abierta. Era evidente que ni siquiera sabía que los centauros existían. Esta visión era una auténtica revelación para él.

Raidel pudo observar que eran criaturas hibridas cuya mitad inferior de sus cuerpos eran las de un caballo, pero del torso para arriba resultaban indistinguibles de cualquier ser humano. Parecía que eran el resultado de la fusión entre caballos y humanos.

Los centauros, quienes se contaban por cientos, estaban acercándose rápidamente hacia ellos. Venían de todos los flancos. Los tenían completamente rodeados.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora