✡ LXVIII

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Capítulo 68: Invasión

—¿Dices que Subalia nos ataca? —farfulló el rey Lakmar, sin poder dar crédito a lo que escuchaban sus oídos—. ¿En una situación tan grave como esta? ¡Maldito sea ese gordo del rey Dyler! ¿Acaso no pudo escoger un peor momento?

Toren volvió a levantar la carta y se apresuró en entregársela al rey.

El viejo la leyó apresuradamente y luego arrugó la carta y la arrojó hacia las llamas ardientes de la chimenea que estaba ubicada en un costado. El tiro dio en el blanco y la carta se quemó al instante.

—¡Maldito sea el rey Dyler! —repitió—. ¡Una vez acabe con sus patéticos soldados iré a por su cabeza! ¡Le daré la muerte que se merece como el cerdo que es!

Los soldados y guardias presentes parecían tan asustados por la noticia que ninguno actuó con la rapidez que este asunto lo requería.

El único que aún conservaba la mente fría era Toren.

—Según la carta, esos malditos llegarán en una hora. Pero de esa hora hay que restarle el tiempo de traslado y todo lo demás.

Se hizo el silencio.

—O sea que ellos ya deben de estar aquí —concluyó el rey—. Da la alarma de máxima urgencia, Toren —dijo con una repentina tranquilidad que resultaba más inquietante que cualquier otra cosa—. ¡Que todos los soldados y guardias, activos y de reserva, vayan al sector norte de la muralla y defiendan nuestro reino!

—¿Qué formación usaremos para la batalla, señor? ¿La formación estándar? —el ejército de Ludonia ya se había preparado para situaciones como esta, y habían practicado varias formaciones dependiendo de las características del ejército invasor.

—Son alrededor de diez mil soldados enemigos: Muchos más que nosotros —dijo Lakmar, pensativo—. La formación estándar parece la más razonable para esta ocasión.

—Así será —Toren hizo una rápida reverencia y a continuación se marchó a paso veloz.

Los demás guardias y soldados lo acompañaron a la salida. A ellos también les iba a tocar luchar en esta guerra, por lo que debían prepararse.

Mientras caminaba por los oscuros y vacíos pasillos, Toren escuchó que uno de los guardias decía:

—¡Se va a desatar la guerra! ¡Una maldita guerra! ¿Pueden creerlo?

—Al cuerno con la guerra —dijo otro—. ¡Lo que da más miedo es otra cosa, y eso está dentro de nuestro propio reino!

—¿Te refieres al rey? —le preguntó el primero en un susurro.

—¡Claro que me refiero al rey! —gritó—. ¿Viste lo que le hizo al mensajero? ¿Haz escuchado los rumores que dicen que convirtió en esclavo a uno de los ancianos del consejo solamente porque éste le pidió que se redujera las horas de trabajo de los esclavos? ¿Y luego por qué se queja de que hay golpes de estado?

—La historia del anciano del consejo no es gran cosa —opinó un tercer guardia que hasta este momento no había participado en la conversación—. Según se dice, ese viejo rey ha hecho cosas mucho, muchísimo peores. ¿Hasta cuando tendremos que soportar su maldita tiranía? ¡Él no es más que un injusto y cruel dictador que solo hace lo que le sale del culo!

Toren se detuvo en seco. Los demás guardias se callaron, temiendo haberlo ofendido.

Lamentablemente para ellos, sus temores estaban en lo cierto.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora