✡ XLII

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Capítulo 42: Choque de Titanes: Karson vs Toren

Raidel se revolvió en el suelo. ¿Lo que estaba viendo ante sus ojos era real? ¿O simplemente se trataba de un producto de su imaginación provocado por el veneno y la gran cantidad de sangre perdida? ¿Estaba alucinando?

Fuera como fuese, Toren Grimerd se encontraba ante él con sus cicatrices de garras y su prominente estatura de aproximadamente dos metros con diez centímetros. Su aspecto era inconfundible.

¿Por qué él estaba aquí? Mientras el muchacho más lo pensaba, más absurdo le sonaba. ¿Acaso quería salvarlo? ¿Pero por qué querría hacer eso en primer lugar? No tenía ningún sentido que él se arriesgara tanto por alguien como Raidel...

Miró que Karson y Toren se colocaban frente a frente. El General de División era tan alto que Karson apenas le llegaba al hombro.

Sin embargo, esto no desanimó en lo absoluto al Capitán del Escuadrón de Asesinato, quien esbozó una gran sonrisa.

—Si solo vienes para salvar al chico, déjame decirte que tu causa está perdida —señaló a Raidel con una de sus dagas—. En estos momentos, el veneno mortal se está expandiendo rápidamente por su cuerpo, el cual, además de tenerlo completamente paralizado, lo está matando poco a poco. No sobrevivirá ni veinte minutos más.

—¿Veinte minutos? —dijo Toren, respondiendo a la sonrisa de Karson con otra sonrisa aún más grande—. Eso es más que suficiente para enviarte al infierno y robar el antídoto a tu cadáver.

—¿Es que no lo entiendes? —dijo Karson, alzando levemente el tono de su voz—. No existe ningún antídoto para este veneno. Eso es lo que hace que sea tan efectivo —señaló a Raidel una vez más—. Hagas lo que hagas, ese mocoso ya está muerto. Así que mejor vete a dormir porque un combate entre nosotros dos no llevará a ninguna parte más que a tu muerte.

Toren bajó la mirada por unos cuantos segundos en cuanto escuchó que el veneno no tenía antídoto, pero luego escupió al suelo.

—El día en que me venzas en una pelea será el día en que los cerdos vuelen —dijo, empuñando con fuerza su gigantesca espada. A continuación la blandió contra Karson, quien dio un solo paso hacia atrás para esquivarla. La punta de la espada le pasó rozando el pecho.

Raidel se sorprendió enormemente al ver aquella escena. Toren había lanzado ese golpe con tanta facilidad, tanta rapidez. ¿Cuánta fuerza tenía ese hombre para poder blandir aquella monstruosidad de arma como si no pesara nada? Sin embargo, Karson había esquivado ese ataque como si lo hubiera lanzado una tortuga.

—Lento. Demasiado lento —suspiró Karson—. Por lo visto, hoy será el día en que los cerdos vuelen.

Ambos contrincantes se miraron fijamente el uno al otro por unos cuantos segundos. Posteriormente se colocaron simultáneamente en posición de batalla. Karson alzó ambas dagas a la altura de sus ojos y luego las cruzó en una x. Toren, por su parte, agarró su gigantesca arma con las dos manos y la colocó a su lado izquierdo, listo y preparado para volverla a blandir en cualquier momento.

Raidel no pudo hacer otra cosa más que pensar en la prodigiosa habilidad y destreza de aquellos hombres. Había visto detenidamente los movimientos de esos dos, y si había algo seguro era que ambos guerreros eran verdaderos genios en batalla. Auténticas máquinas de matar.

Quizá fuera porque Raidel estaba tirado en el suelo, inmovilizado por el veneno, pero en aquel momento le dio la impresión de que aquellos contrincantes que estaban luchando enfrente suyo eran, en realidad, gigantescos titanes sedientos de sangre, cuyo poder y fuerza no tenía límites.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora