✡ XCV

660 107 15
                                    

Capítulo 95: Bestia Asesina

En cuanto la princesa se hubo marchado, Raidel cerró los puños con tal fuerza que sus palmas se lastimaron, lo que provocó que unas pequeñas gotas de sangre empezaran a chorrearle por los dedos.

Y puesto que no había llevado su guadaña consigo, tendría que luchar contra aquella bestia a mano limpia, y eso claramente iba a representar un gran problema.

—¡Puedo hacerlo...! —murmuró Raidel, intentando darse ánimos él mismo—. Puedo hacerlo... Puedo hacerlo...

Pero mientras más veìa rugir a la bestia, y mientras más fuego escupía de sus grandes fauces, el muchacho creía que no lo iba a lograr... Si ni siquiera el mismo Toren pudo contra aquel monstruoso animal del abismo... ¿Cuáles eran las posibilidades que él tenía de lograrlo?

«Cero —le dijo una vocecita dentro de su cabeza—. Tus posibilidades de aniquilarlo son de cero».

Raidel agitó su cabeza de un lado a otro, intentando apartar esos pensamientos desagradables de su mente. Sus rojos cabellos se agitaron bruscamente bajo la tenue luz del ocaso.

—¡No tengo tiempo para dudar o titubear! —exclamó Raidel fuertemente, como si eso le ayudara a convencerse a él mismo—. ¡Si no voy yo nadie más lo hará! ¡El monstruo destruirá todo el reino y lo reducirá a cenizas!

Y al parecer sus palabras fuertemente exclamadas sirvieron de algo aparte de darle determinación, porque aquellos gritos habían llamado la atención de diez hombres con túnicas completamente negras, los cuales, tras reconocer a Raidel, se colocaron al lado suyo.

Eran diez asesinos.

Y uno de ellos era Karson.

—¿Qué situación tenemos aquí? —dijo el Capitán del Escuadrón de Asesinato, tras situarse junto al muchacho.

Raidel frunció el entrecejo al ver la parte quemada de su rostro.

—Lo que ves —respondió—. Yo recién acabo de llegar.

El semblante de Karson seguía siendo inexpresivo, aún después de ver como la bestia revoloteaba y quemaba todo lo que encontraba a su paso.

—Bueno, habrá que ponerse en marcha, ¿no? —dijo el asesino.

Pero Raidel no se movió.

—Esto es muy raro, ¿sabes? —empezó a decir el muchacho—. La última vez que te vi intentaste matarme... ¿Y ahora se supone que tenga que luchar contigo hombro con hombro?

Karson se encogió de hombros, sin ver cuál era el problema.

—Pues si no me ayudas todos moriremos, incluyéndome, porque obviamente no soy capaz de derrotar a ese monstruo...

—¿Y crees que yo sí?

—No, pero nuestras posibilidades podrían aumentar...

El muchacho entrecerró los ojos.

—Por cierto, ¿dónde diablos está Legnar? Él de seguro puede...

—Él está fuera del reino —suspiró Karson—. Ese hombre podría matar al dragón en un parpadeo, pero ahora mismo se encuentra en el monte Lingren, acompañando al rey en su maldita cacería de búfalos... —escupió al suelo, irritado—. Es especialmente molesto que no esté aquí porque el dragón seguramente lo está buscando a él para vengarse por haber matado a Naikon.

—Bueno, entonces tendremos que encargarnos de esto sin la ayuda de Legnar —miró de un lado a otro—. Por cierto, ¿en dónde están los demás Capitanes y Generales?

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora