✡ XVII

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Capítulo 17: Raidel vs Stanferd

Una suave brisa sopló por el lugar, revolviendo los rojos cabellos de Raidel.

Threon seguía tirado en el suelo, demasiado adolorido como para seguir suplicando piedad. Aunque no todo era tan malo: convertirían a Raidel en un comediante, un bufón. Eso era mejor que matarlo... Algo era algo.

Pero el mocoso había vuelto a jugar con el fuego:

—Si te crees que puedes hacer lo que te de la gana solo porque eres "Capitán", entonces quizá el comediante aquí es otro —dijo Raidel tranquilamente.

Sí, ahora Threon estaba seguro de que ese enano ya estaba más que muerto.

No fue sino hasta ahora que Raidel se dio cuenta de que Stanferd estaba empuñando una bola de púas de hierro como arma. La esfera aquella era mucho más grande que la cabeza de Stanferd. Era un arma gigantesca. Por cómo la sostenía, Raidel pensó que quizá fuera el arma que más dominaba. De las pequeñas púas se podía ver rastros de sangre seca. Raidel se preguntó a cuántos hombres habría matado con aquella arma...

A Stanferd se le desvaneció la sonrisa del rostro.

—Necesitas una lección de modales, mocoso —dijo, y a continuación le lanzó una patada que iba dirigida a su cabeza.

El ataque fue tan rápido y repentino que Raidel apenas logró esquivarlo, agachando la cabeza. Notó el roce del pie en sus cabellos.

Stanferd no se molestó en disimular su asombro. 

—Al parecer tienes buenos reflejos —observó—. Pero ¿qué te parece esto? —lanzó otra patada, más rápida y poderosa que la anterior. El aire silbó a causa de la gran potencia que llevaba el ataque, pero Raidel volvió a esquivarla, dando un paso hacia atrás.

Stanferd estaba visiblemente sorprendido.

—La primera pudo haber sido suerte... pero la segunda... —lo miró con los ojos entrecerrados, escudriñándolo de arriba a abajo—. Ya veo. Tu arrogancia de mocoso idiota tiene una cierta justificación después de todo.

—Eso debería decirlo yo —replicó Raidel.

Stanferd soltó un suspiro.

—Lamentablemente no podré hacerte mi comediante personal —dijo, empuñando su gran bola de espinos de hierro con fuerza—. Dado que me has faltado el respeto en más de una ocasión, mi orgullo no me deja más opción que machacar y triturar esa roja cabeza tuya para que se ponga más roja todavía —lo decía de tal forma como si fuera el mayor honor para Raidel—. Bien, ahora si te quedas quieto prometo que no te dolerá demasiado.

Raidel no dijo nada. Estaba estático como una estatua.

Stanferd sonrió.

—Hasta que al fin has comprendido la situación —dijo—. No eres tan idiota después de todo, ¿cierto?

Al instante siguiente, el grandulón se abalanzó hacia Raidel con su bola de púas en lo alto.

Cuando el ataque llegó, el pelirrojo ya no lo esquivó como las veces anteriores, sino que lo bloqueó con su espada. Debía de admitir que no había sido de sus mejores ideas, ya que dado que el ataque de Stanferd había sido descendente, de arriba hacia abajo, y que en comparación de esa poderosa y gigantesca bola de espinos, la espada de Raidel parecía de juguete, entonces definitivamente el resultado no iba a ser muy agradable. Pero ya era demasiado tarde.

Ambas armas chocaron con gran estrépito, lo que hizo que la espada de Raidel saliera volando por los aires, yendo a parar varios metros detrás de su dueño. El impacto de la bola de espinos había sido tan poderoso que la espada simplemente se le había soltado de las manos.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora