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Capítulo 73: Landor el Desquiciado

Dantol y Threon llegaron cabalgando al campo de batalla tras haber escuchado los rumores sobre la conquista.

Ambos habían creído que se trataba de una broma, así que ni siquiera se habían preparado para la guerra: No llevaban ningún arma consigo y seguían vistiendo pijama. Parecía que estaban paseando en el patio de su casa.

—Mierda —escupió Dantol mientras observaba todo el caos que tenía lugar ante sus ojos—. No ha sido ninguna broma después de todo...

Ambos vieron con horror que la guerra ya había empezado: Los arqueros en la cima de la muralla estaban disparando sus flechas a diestra y siniestra. Se escuchaban gritos y aullidos de dolor por doquier. Los guerreros no hacían otra cosa más que correr de un lado a otro, inquietos y preocupados. Y por si no fuera poco, los soldados de Subalia ya empezaron a llegar a la cima de la muralla con la ayuda de las escaleras que habían llevado, por lo que la batalla cuerpo a cuerpo ya se empezó a librar.

Y mientras tanto, Dantol y Threon estaban allí, con sus pijamas, contemplando toda aquella masacre con la boca abierta. No sabían qué hacer ahora que las cosas se habían puesto de esa forma.

—Si hubiera sabido que hoy nos iba a tocar luchar en una guerra, ayer no habría bebido tanto —se lamentó Threon con un suspiro.

—Y yo habría entrenado un poco en vez de haberme quedado sentado rascándome las bolas —dijo Dantol, mientras bajaba de su caballo—. ¡No he hecho nada de ejercicio en meses!

—Por lo menos son meses —dijo Threon entre eructos pestilentes. Todavía tenía algo de resaca—. Yo ni recuerdo la última vez que hice ejercicio. Tal vez sean años —se rascó la barbilla—. Diablos, hermano, ¿qué hemos hecho con nuestras vidas?

—No importa, no importa —dijo Dantol con una sonrisa—. Conozco la solución. Si sobrevivimos a ésta, iremos a beber toda la cerveza del reino... Eso nos ayudará a olvidar nuestra desgracia.

—Bien dicho —lo elogió Threon—. Bien dicho.

—Lo único que espero es que la la guerra termine antes de las siete de la noche. Ya sabes, para llegar temprano a la fiesta de los viernes.

Threon estaba de acuerdo.

—Pero ¿qué hacemos ahora? Seguimos en pijama...

Dantol se encogió de hombros.

—No te preocupes, alguien debe tener alguna armadura y arma que nos preste...

—¡NO LOS DEJEN SUBIR! —vociferó el comandante Legnar a todo pulmón. Su armadura dorada parecía resplandecer aún más bajo aquel radiante sol—. ¡DERRÍBENLOS A TODOS! ¡MATENLOS!

Al menos cien soldados de Subalia estaban trepando por las escaleras hacia la cima. Algunos de ellos ya habían llegado a su destino y ahora se encontraban en una lucha cuerpo a cuerpo contra los guerreros de la muralla.

Hasta el momento, Subalia había puesto veinte escaleras, pero éstas iban en aumento, por que el número de soldados enemigos que subían era cada vez mayor.

—¡MUERTE A SUBALIA! —gritó Legnar antes de lanzarse al ataque.

Toren hizo lo propio.

La cima de la muralla era tan estrecha y estaba tan repleta de soldados de Ludonia que Toren prefirió no desenfundar su gigantesca espada. Si lo hacía, alguien de su propio bando podría salir herido. Por lo tanto, el grandulón le robó la espada a uno de los guerreros caídos y empezó a luchar con ella. Le sorprendió lo liviana que era.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora