✡ LIX

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Capítulo 59: Uno vs Uno

—¡Mierda, ya estoy harto de estos bichos horripilantes! —exclamó Raidel, mientras prendía todo su cuerpo en llamas.

El gigantesco gusano que hasta este momento había tenido envuelto al muchacho de pies a cabeza, de pronto se estremeció de dolor debido al contacto con el fuego de Raidel. A continuación el inmenso insecto, muerto de miedo y medio chamuscado, volvió a entrar al agujero del suelo por el que había salido. No volvió a aparecer otra vez.

—Bueno, eso fue rápido —dijo Sylfer tranquilamente.

—¡Ver esas cosas repugnantes me dan náuseas! —declaró Raidel, jadeante y sudoroso—. ¡Aún más si me tocan! —parecía bastante alterado—. ¿Cómo puedes luchar con esos bichos gigantes y estar tan calmado?

—Tranquilo, viejo —sonrió Sylfer—. Al principio a mí tampoco me agradaban demasiado, pero poco a poco se les va cogiendo cariño, ¿sabes?

Raidel tuvo que hacer grandes esfuerzos para no vomitarse ahí mismo.

Haciendo caso omiso a esto último, el enano reanudó nuevamente su larga marcha hacia las cavernas subterráneas.

—Cuando uno ya ha peleado contra tantas de estas criaturas, se las empieza a ver como si fueran lo más normal del mundo —aseguró Sylfer.

Raidel corrió para ponerse a su lado.

—Pareciera que has luchado con incontables bestias —dijo, procurando no parecer tan asombrado como lo estaba en realidad—. Ahora que recuerdo, cuando le diste el golpe final a ese escorpión gigante de antes, parecía como si le hubieras apuñalado justo en su punto débil...

—De hecho, eso fue exactamente lo que hice —asintió Sylfer, algo sorprendido de que Raidel lo haya notado—. Debido a que he venido al Desierto Inder en varias ocasiones, he tenido la oportunidad de luchar contra innumerables especies de monstruos. Y diría que conozco el punto débil de la mayoría de las bestias más comunes contra las que he peleado.

—Debieron ser muchas... —razonó Raidel, como si estuviera pensando en voz alta.

—Sin duda he matado a muchas bestias, sí, pero ni de chiste se puede comparar con las que ha matado Toren —frunció el entrecejo—. El grandulón de Toren probablemente ha asesinado a más monstruos que ninguna otra persona en toda la historia de la humanidad.

Raidel se quedó callado tras escuchar esa gran afirmación. ¿A cuántos monstruos debió haber matado Toren como para que Sylfer haya dicho algo así?

El enano prosiguió, imperturbable:

—Cuando no era más que un niño, Toren decidió venir por su propia voluntad al Desierto Inder a "entrenar" —su tono de voz se estaba tornando grave y pesado—. Y fue en este infierno en donde pasó varios años de su vida. Aquí vivió, alimentándose de las bestias y animales salvajes a los que cazaba. Su existencia no tenía otra finalidad más que sobrevivir... —mientras contaba aquella historia, el enano se veía bastante entristecido. A estas alturas, ya era evidente que Toren era su amigo. Él se preocupaba mucho por el grandulón.

—Y fue en este lugar en donde se ganó todas las cicatrices de garras que tiene ahora, ¿no? —lo ayudó Raidel.

—Así es —asintió Sylfer—. Aquí vivió durante al menos siete años. ¡Siete años! ¡Imagínate a cuántas bestias debió de haber aniquilado en todo ese tiempo!  —la arruga en el entrecejo de Sylfer se le acentuó aún más en su rostro—. Nadie puede negar que toda esta historia es muy asombrosa, pero al mismo tiempo es triste y angustiosa. Desde muy pequeño, Toren tuvo que enfrentarse a este brutal desierto, en donde solo sobreviven las bestias más salvajes y despiadadas. Aunque lo bueno es que todo ello lo ha convertido en lo que él es ahora: uno de los Generales más poderosos y temidos de Ludonia.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora