Segundo Jinete.

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James Mereck.

1500 d.C.

James corría entre el bosque, ocultándose de las manadas de lobos y los clanes vampíricos que le querían dar caza. Ninguna manada o clan lo quería con vida, y todo por ser lo que ellos llamaban "aberración".

El cruce entre diferentes especies estaba estrictamente prohibido, y el que incumpliera con esa norma, era castigado con el peor de los castigos, la muerte.

Una vampiresa teniendo como alma gemela a un sabueso infernal, ¿qué seguía? ¿un ángel y un demonio?

El joven se adentró a una cueva a descansar un poco, estar corriendo sin parar durante varias horas le estaba afectando.

Suspiró y recordó los bellos momentos que había pasado con sus padres de niño. Ellos vivían a lo lejos de toda civilización mística y humana para evitar encuentros desagradables, pero claramente eso no iba a durar toda la vida, y menos cuando se trataba de la princesa de los vampiros y el líder de los sabuesos infernales. A los pocos días de haber cumplido la edad necesaria para mostrar sus dones y habilidades, fueron atacados por su ex clan y algunas manadas vecinas que se enteraron de tan espantoso crimen. Sus padres dieron su vida luchando por el bienestar del joven de aquél entonces 16 años.

Durante cuatro años se dedicó a escapar y huir de los demás, pero ésta vez fue diferente, el hambre hace que las personas hagan cualquier cosa y el estar cerca de un pueblo humano no le puso la cosas fáciles.

Un ruido lo sacó de sus pensamientos, un enorme lobo estaba frente a él mostrando sus largos y afilados colmillos. James ya no tenía la suficiente energía como para transformarse, así que intentó persuadir al lobo con sus dones vampíricos. Se metió en la mente del lobo y le hizo quedar ciego, no duraría mucho, por lo que tenía que actuar rápido. Corrió hacia la salida, pero antes de poder ver un mísero rayo de sol, sintió una fuerte mordida en la pierna.

Cayó bruscamente al suelo, y antes de que el lobo saltase sobre él, le rompió el cuello con otro de sus dones —uno el cual acababa de descubrir que tenía—, el cuerpo del lobo cayó sin vida a un lado de él y empezó a transformarse en humano.

«Alpha» 

Él puede que no haya estado en manadas, pero sabía un poco sobre los Alphas, y el que estaba a su lado muerto era uno de ellos, mas bien el rey.

Un dolor lo hizo doblar todo su cuerpo, el veneno de la mordida de un lobo no era mortal para los sabuesos, ya que eran parientes, pero si lo era para los vampiros.

Convulsiones empezaron a surgir de su cuerpo. Las venas se empezaron a notar en sus brazos, piernas y rostro. Sentía que el aire le empezaba a faltar y que los ojos le pesaban. No quería morir, aún no podía morir. Él quería disfrutar de su vida como cualquiera de su especie, o especies, sin tener que huir o esconderse. Él quería ser libre.

Dos sombras empezaron a vislumbrarse desde el interior de la cueva. Dos hombres caminaban con total seguridad y dominio.

Uno de ellos se agachó hasta su altura mientras que el otro lo estudiaba con la mirada.

—¿Quieres nuestra ayuda?—Preguntó  cerca de su rostro.

La ingenuidad de James era poca, pero al recibir la palabra ayuda, palabras las cuales jamás se le dirigieron en todos esos años de escape, pudieron con él.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora