Capítulo 35: Bucle.

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Carlos.

Después de haberle revelado a Antares que las Gorgonas son cien por ciento reales y que, al contrario de lo que todo el mundo dice de ellas, son hermosas y no tienen historias tan...trágicas, salimos del castillo.

Antares esta a mi lado derecho y ambos caminamos a través del jardín real y en silencio por un buen rato, hasta que él lo decide romper.

—¿A dónde vamos?

—Tengo mi hogar a varios metros del castillo.

—¿No vives en el castillo? Creí que todos los de la realeza vivían ahí.

—Los primeros siglos de haber llegado aquí lo hacía, pero de vez en cuando todos necesitamos nuestro espacio. Así que después de hablar con Lucifer, él accedió a darme un hogar propio con la condición de que estuviera cerca por si había problemas.

—Vaya.—Coloca sus manos dentro de su pantalón.—Hay muchas cosas en las que estaba equivocado desde hace tiempo.

—¿Como que todos vivimos felizmente sin hacer nada o que tal vez nosotros somos unos tiranos que disfrutan ver a su pueblo mal?

—¿Cómo lo...?

—Leí tu mente.—Corto y me detengo. Muevo las manos y mi hermoso hogar aparece frente a mí.

—¿Podrías no hacerlo? Es un poco, wow...-Mira impresionado la casa y después posa su mirada en mí.

—Entra.

La puerta se abre mágicamente y nos deja entrar a ambos, cerrándose detrás nuestro. A pesar de que la casa no se ve tan grande por fuera, por dentro es como si fuera una mansión.

—Es demasiado grande.

—Dime algo que no sepa.—Me dejo caer en un sofá y cierro los ojos intentando relajarme. Puedo sentir la mirada de Antares y como éste se acerca hasta sentarse en un sofá cerca. 

—¿Estás...enojado?—Pregunta después de un momento en silencio.

Su pregunta me deja pensando unos segundos, pero termino negando con la cabeza aún sin abrir mis ojos.

—Encontré a mi alma gemela después de siglos, los ángeles más poderosos e importantes nos acaban de confirmar que la guerra está a punto de explotar, una de los nuestros fue secuestrada y van por viejas amigas con el mismo propósito.

—¿Eso es un si?

—Si, no...no lo sé, sólo estoy demasiado estresado.—Abro los ojos y lo miro fijamente.—Y las cosas no parecen ir mejorando.

—Tú...¿te arrepientes de haberme conocido?—Veo la preocupación brillando en sus ojos bicolor.

—Si y no. Me hubiera gustado haberte conocido en otras circunstancias, y no ahora que parece que en cualquier momento la seguridad del reino será burlada y cualquiera puede atacarnos.

Él extiende su mano cuidadosamente temiendo que yo huya, lo sé porque puedo sentirlo de ese modo, y toma la mía.

—Yo no me arrepiento. Aunque no lo creas tu me has hecho ver que la vida tiene sentido, antes solamente estaba por mis hermanas, pero ahora también estoy para ti. Te protegeré.—Enarco una ceja y el aclara.—Nos protegeremos...mutuamente, aún así se venga la guerra más peligrosa y mortífera de la historia.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora