Cuarto Jinete.

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Adabella Rosseel.

1899 d.C.

El pueblo de Herald casi no era conocido entre los humanos, pero si lo era para las criaturas místicas. Herald era el único pueblo humano que conocía y convivía con seres místicos.

A las afueras del pueblo, una hermosa rubia caminaba entre los rosales cuidando de no clavarse ninguna espina y de no ser vista por nadie.

—¡Adabella!—Se escuchó un grito. Una mujer muy parecida a ella se acercó.—Te estaba buscando, no debes de separarte mucho de mí, recuerda que hay hombres lobo cerca.

—Perdón hermana, pero es que mira.—Señaló todos los rosales que había a su alrededor.—Son hermosos, no podía estar lejos de tanta belleza.

—Sé que te encantan pero debem...—Un ruido la hizo callarse de golpe.

Las chicas voltearon asustadas a todos lados, Herald era conocido por conocer y convivir con la mayoría de criaturas..Excepto vampiros y lobos.

Adelina, la mayor de las hermanas, le hizo un gesto con sus manos a la otra para que no emitiera ningún ruido.

Otro ruido se escuchó, y de las sombras salieron varios lobos de casi 2 metros de altura. Se acercaron a las mujeres y les gruñeron, hasta que un hombre desnudo los detuvo.

—¡Alto!—Los lobos dejaron de acercarse.—Ella.—Señaló a la mayor.—Es Mía.

Las chicas palidecieron, pues conocían todo acerca de los lobos. Acerca de los mates.

—Ustedes vendrán conmigo.—Declaró el chico.

—¡No!—La mayor de interpuso.—La única que se irá de aquí seré yo, a Bella déjala en paz.

—¡Pero hermana!—Exclamó la menor.

—Muy valiente de tu parte, pero he dicho que ambas.—Hizo una seña con su cabeza y algunos lobos se transformaron en humanos y las tomaron de los brazos.

Las arrastraban sin parar hasta el fondo del bosque. Ellas luchaban para que las soltasen, pero al ver que era en vano ellas se rindieron mientras rezaban mentalmente para que no les hicieran daño.

El silencio reinaba el trayecto hacia la manada de los lobos, las pisadas de los humanos y lobos era lo único que se escuchaba. Hasta que el chico que había reclamado a la mayor decidió romperlo.

—¿Cómo te llamas y qué edad tienes?—Le preguntó a la mayor.

—Adelina y tengo 19 años.—Susurró.

—Bueno Adelina, mi nombre es Marcus, y supongo yo que ya sabes que eres mi mate, ¿cierto?—Ella asintió lentamente.—Bien.

—¿Qué pasará con mi hermana menor? ¿ella qué tiene que ver en esto?—Preguntó con temor.

—Generalmente cuando el mate de un lobo tiene hermanos, los hermanos suelen ser mates de más.—Aclaró el joven.

—¿Te refieres a que...oh Dios mío Bella.—Miró a su hermana.

—Hemos llegado.—Dijo otro de los hombres que estaban ahí.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora