Bella.
Cuando la reunión termina, me voy rápidamente rumbo a mi habitación. Sin embargo, nunca entro, pues cuando estoy a punto de tomar el picaporte, una puerta aparece en frente de mi habitación.
Doy unos cuantos pasos acercándome y miro hacia los lados para ver si alguien me ha seguido. Cuando me aseguro que estoy sola, abro esa puerta y la cruzo.
Un déjà vu hace eco en mi mente, este es el mismo lugar en el que estaba cuando Lucifer me había matado para romper su vínculo.
Doy un rápido repaso con la mirada a toda la habitación y es exactamente como lo recordaba, incluso ese cuadro.
La puerta es cerrada detrás de mí, pero no me inmuto, solamente sigo caminando en dirección al cuadro cubierto con la sábana blanca.
Diana Denali, amada tanto por el cielo como en el averno.
Tomo ambos lados de la sábana y de un rápido movimiento la quito, solamente para quedarme hecha piedra al segundo.
La sábana cae de mis manos y mis piernas ceden, caigo de rodillas sin quitarle la vista al cuadro.
—¿Qué...?—Digo casi sin voz.
En el cuadro hay una mujer idéntica a mí, exactamente idéntica. Pero sé que no soy yo, no solamente por sus ropas, sino porque algo me dice que no soy yo...pero a la vez si.
En ese instante recuerdo perfectamente como Azazel llegó a llamarme Diana la primera vez que combatí contra él, como la voz aquella vez que estuve aquí me llamó igual.
¿Quién soy realmente?
Un golpe seco me hace dar un respingo, volteo rápidamente y veo un libro en el suelo. Me arrastro un poco para poder tomarlo, y al hacerlo me doy cuenta que es como un diario...escrito por Lucifer y dirigido a mí.
Bella, oh, mi querida Bella.
Sé que estarás confundida, incluso aterrada, pero todo tiene su explicación.
A lo largo de los milenios, he tenido demasiados secretos, muchos de los cuales me pienso llevar conmigo.
Sin embargo, hoy es hora de que sepas sobre uno de ellos, de tu origen.
No es la primera vez que has estado aquí, Bella. Tú vivías aquí, conmigo. Eras un hermoso Ángel que cayó ante mí, y yo caí por ti. Fuimos durante siglos marido y mujer, tú eras mi adoración, eras mi vida.
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Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...