Capítulo 13: Pecar.

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Inna.

¿Alguna vez han sido atropellados por una manada entera de dragones bebé por jugar con el tío James a las escondidas?

Pues yo si, y así me siento yo en estos momentos. Como si aquella vez a los cuatro años no fuera lo suficiente.

Intento moverme fracasando estrepitosamente en el intento. Vuelvo a intentar, logrando mover los dedos de las manos y pies, poco a poco voy sintiendo que recupero movilidad de mis brazos y piernas, hasta que por fin abro los ojos.

Parpadeo un par de veces para eliminar las manchas negras que dominan parte de mi campo audiovisual, miro a mi alrededor y, como si fuera de un pequeño flash, todos los recuerdos del por qué terminé aquí me vienen a la mente.

Yo corriendo jugando a las atrapadas con mamá, cayendo y ella levantándome, un dolor descomunal en todo mi cuerpo, el abuelo Lucifer tomando mi mano, mamá llorando. Negro.

De inmediato me incorporo y bajo de la cama en donde me encontraba acostada. Me desequilibrio un poco pero luego caigo en cuenta de algo.

Este no es mi cuerpo.

Miro mis manos y mis piernas, toco mi cara y la siento más...¿grande? Localizo un espejo a unos cuantos metros de mí y camino rápidamente a él. Cuando me veo no lo puedo creer.

—¿¡Soy yo!?—Tapo mi boca con ambas manos y vuelvo a ver mi reflejo sorprendida.—Hola...wow.

Inclusive mi voz dejó de ser tan chillona y ahora es más suave, gruesa y...sensual.

Espera, ¿qué es sensual?, ¿por qué sé todo esto?, ¿qué me pasó?

—Inna, tranquilízate. Siento tus pensamientos hasta el otro lado del castillo.—Doy un pequeño brinco del susto al ver al abuelo Lucifer apoyado en el marco de la puerta.

—¿Qué me pasó?

—Esto, querida Inna, se llama pubertad, claro, la tuya se adelantó y por mucho. Y, como sé que posiblemente no sepas que es la pubertad te diré...

—Sé perfectamente qué es la pubertad, abuelo.

Él me mira entre extrañado por mi confesión y un poco molesto por la forma en la que lo llamé.

—¿Cómo es que...

—¿Lo sé? Bueno, lo irónico es...que eso ni siquiera lo sé. ¿Entiendes?

—Definitivamente no.

—Sólo...desperté y ya sabía cosas que nunca antes había visto o estudiado.

—Te refieres a...que no sólo se vio afectado tu crecimiento, sino que también tu habilidad mental.

Estoy a punto de responder hasta que entiendo el sentido que el abuelo le dio a esas palabras.

—¿Me acabas de llamar retrasada?

Abre los ojos como platos e intenta hablar, pero sin encontrar las palabras adecuadas.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora