James.
Salto por la misma ventana en la Bella se ha llevado a mi mujer y me transformo en lobo. Debo admitir que no es mi forma favorita, pero los lobos se pueden jactar de tener un buen olfato, cosa que necesito para poder localizar a ambas chicas.
Los árboles pasan a mi alrededor en cámara lenta mientras corro a gran velocidad, las risas de Bella y el grito asustado de Taylor solamente hacen que mi velocidad aumente al ciento diez por ciento.
Juro arrancarle las malditas plumas una vez la alcance.
—Ya veremos eso, querido James.
—¡Trae a mi mujer de vuelta, Bella!
—No, después.
La conexión se corta y el rastro de ambas chicas desaparece. Vuelvo a mi forma humana y pateo un árbol.
—¡Estúpida teletransportación!
Unas carcajadas me hacen voltear rápidamente. Mammón se encuentra recostado en un tronco cerca de uno de los cientos de lagos y sonríe abiertamente cuando me observa.
—¿Mal día?—Pregunta burlón.
—Jódete.—Entrecierro los ojos y le levanto el dedo medio.
—Creí que no solías hacer esas señas humanas.—Truena sus dedos y mágicamente aparezco vestido. Literalmente, mágicamente.
Me encojo de hombros y le resto importancia.
—Creí que no eras de lo que espiaban.
—Yo si soy de los que espían, ¿cómo crees que me entero de todo?
Bufo divertido y niego con la cabeza.
—Claro que no, no sabes todo.
—¿Crees que no sé que me engañaste y te metiste con una loba, que ella quedó embarazada y que ahora serás padre de gemelos?
Mi boca se abre por completo y mis ojos casi se salen de sus órbitas.
—¿Cómo es que...?
—Magia.
—Adivino, esa magia empieza con Si y termina con rena.
—No.—Niega con la cabeza aún sin borrar su sonrisa.—Hay un calamar muy cotilla por aquí, ¿sabes?
—Espera...¡¿El Kraken habla?!
—Verbalmente no, pero mentalmente si.
—Estúpido calamar.—Murmuro más para mí mismo que para él.—Juro que lo haré ceviche.
—Pero en fin...¿puedo? ¿puedo? ¿puedo?
—Ni en tus más remotos sueños.—Niego rápidamente al saber lo que pedirá.
—¿Por qué no?—Pregunta ofendido.
—Te mantendré lo más alejado de mis hijos, no serás el padrino...¡ni siquiera serás su amigo!
—¡Tengo derecho de verlos!—Me apunta con su índice y levanta la voz.
—¡No tienes ningún derecho!—Me cruzo de brazos y elevo la voz a su mismo tono.
—¡Soy tu mejor amigo!
—¡Y por eso mismo no te dejaré cerca de ellos! Sé que tú eres un demonio mañoso, ¡¿qué no les enseñarás?!
—Les enseñaré lo que es vida, duh.—Me hace un gesto obvio y yo vuelvo a negar.
—No.
—Si.
—Jamás en tu vida inmortal los verás.
—Me suena a reto.—Da un paso hacia mí.
—Puede que sea un reto.—Avanzo de igual forma.
—Definitivamente ya sé porque son amigos.—Dice una voz detrás de nosotros. Ambos volteamos y nos encontramos con Leviatán siendo elevado por un tentáculo.
—¿Cómo llegaste aquí?—Mammón me roba la pregunta.
—Todos los lagos están conectados, no sean idiotas...como quiera eso no importa ahora mismo.—Hace que el Kraken baje el tentáculo para que quede a nuestra altura.—Lucifer me mandó a llamarlos, hay una reunión de emergencia en el castillo.
—¿Qué? ¿Jake hizo mucho ruido con las gemelas?—Inquiere burlonamente Mammón.
—Tal vez incendió el castillo por la calentura.—Opino mientras me hago el pensativo.
—O pudo haber...
—¡Ya, basta!—Exclama el platinado interrumpiendo a Mammón.—Reunión. Ahora. Ya.—Recalca.
—Bien.—Decimos rendidos al unísono y lo seguimos.
Leviatán me mira fijamente durante unos segundos y luego niega diciendo un leve: pobre de tus hijos, que claramente escuché.
—Te escuché.
—Lo sé.
El Kraken extiende varios de sus tentáculos para nosotros y subimos, uno de sus ojos me observa fijamente y yo le muestro los dientes acompañado de un gruñido.
—Te haré ceviche, maldito.
—Y yo te haré perro asado.
ESTÁS LEYENDO
Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...