Bella.
Siento el tiempo pasando en cámara lenta, mientras veo a varios demonios acomodando el cuerpo de Lucifer en un ataúd.
Jake llega y se coloca a mi lado.
—Carlos dice que no ha podido localizar su alma...o lo que sea que tenga.—Dice sin apartar la vista de Lucifer.
—¿El Limbo?—Inquiero de la misma forma.
—Es probable, pero aún así...
—Un alma en el Limbo no puede salir sin guía.—Completo.—Si él llega a estar ahí, ¿crees que yo pueda entrar?
—Ninguno de nosotros tiene la capacidad para estar mucho tiempo ahí, el Limbo es infinito, tardaríamos siglos en encontrarlo.
—Debe de haber alguna forma...—Muerdo mi labio y aprieto mis puños.—Él debe de volver.
—Bella.—Pone su mano en mi hombro y me mira.—Lucifer se ha ido por algo, fue decisión de él, ¿no deberíamos de respetarlo?
—Intento entenderlo, Jake.—Lo miro y aparto su mano lentamente.—Créeme que lo intento, pero no puedo, no puedo entender porque su muerte ayudaría en ésta guerra, él pudo haber sido gran ayuda, con o sin poder. ¡Y ahora míranos! El poder que nos pensaba otorgar se lo ha llevado ese maldito bastardo, murió por nada.
—Yo no diría que por nada.—Inna aparece de la nada y camina hasta llegar a nosotros.—Lucifer pudo haber sido muchas cosas, una de ellas es que él era extremadamente listo y hábil. No creo que no haya visto ésta posibilidad, ¡estamos hablando de Lucifer! Él siempre ha tenido un plan.
Me abraza de la cintura y esconde su rostro en mi pecho.
—No te preocupes, mamá.—Dice con su voz un poco amortiguada.—Lo lograremos, venceremos y su muerte no habrá sido en vano.
Devuelvo el abrazo y beso su frente, pidiéndole internamente a quien sea que esté arriba y escuche, que lo que Inna dice sea verdad y que Lucifer tenga un as bajo la manga.
—Es hora.—Dice un demonio.
Miro a Jake y él asiente.
Es hora.
El ataúd que contiene el cuerpo de Lucifer es puesto en un lago especial para demonios caídos y poco a poco se va alejando. El lago está habitado por Rusalkas, que son criaturas parecidas a las sirenas, pero con piernas, sus cabellos son verde musgo y sus ojos no tienen pupila. Aquí, en el infierno, son las encargadas de cuidar los cuerpos de los caídos hasta que estos mismos desaparezcan. Y ahora dos de ellas tienen el ataúd y lo conducen lejos de todos nosotros, fundiéndose con la espesa neblina que siempre hay aquí.
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Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...