Capítulo 46: Cadenas y Candados.

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Inna.

Espero a que Jake hable, pero él simplemente se queda callado. Han pasado minutos desde que le dije aquella confesión, y él no ha hecho nada. Solamente tiene la mirada en el piso y está tenso.

Creo que ni siquiera está respirando.

Después de lo que parecen ser...¿10 minutos? Él reacciona.

—¿Estás completamente segura de lo que dices, Inna?—Pregunta sin levantar la mirada del suelo.

—Al cien por ciento, Lucifer les ha dado facilidades a los Oscuros para que invadan el Averno en todas aquellas ocasiones, él sabía que iban a secuestrar a Lilith aquella vez, él fue quien los condujo hacia las Gorgonas, también quien le envió señales a Azazel sobre que iban tras él, además él...

—¿Él qué?—Sus ojos se conectan con los míos.

Ahora soy yo la que se queda callada.

—Inna...—Advierte encorvando una de sus cejas.

—Él también fue quien condujo a los Terciarios a invadir el reino, sólo para que ustedes pudieran conocer a los hermanos Bleiz.

Sus ojos dejan de ser grisáceos y se van tornando rojos, como llamas ardientes, hasta finalizar como su ojos de reptil, sus ojos de cazador. Y sé el porqué.

Lucifer ha sabido todo este tiempo de la existencia de los Bleiz, y nunca dijo absolutamente nada, aún sabiendo como eran necesarias sus otras mitades.

Jake se levanta hecho una furia y corre hacia la puerta. Yo lo sigo interponiéndome, evitando así que salga.

—¡Jake, no!—Pongo mis manos en sus hombros y éstas me escuecen. Más, sin embargo, no las quito y trato de poner en práctica las cosas que me ha enseñado mamá acerca de olvidar el dolor y hacer que éste desaparezca...pero no funciona.

—¡Él lo supo todo éste tiempo y nunca me dijo nada!  ¡Las dejó sufrir!—Exclama mientras intenta sobrepasarme para llegar a la puerta. Entre más lucho con él, más quema.

—¡Jake, necesito que te tranquilices, por favor!

—Inna...—Sisea mientras me observa con sus ojos de reptil. Él nota mi cara de dolor y mira mis manos. De inmediato se aleja de mí y toma varias respiraciones hasta volver a la normalidad, o al menos intentarlo.

—Más te vale que tengas una buena razón para no dejarme salir de aquí.

—La tengo, o al menos la creo tener.

—Habla.—Humo sale de sus fosas nasales y de su boca. Se tomó muy literal eso de enojarse hasta echar humo.

 Se tomó muy literal eso de enojarse hasta echar humo

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Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora