Capítulo 26: Sirenas.

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James.

Al saber lo que viene, tomo la mano de Taylor y la saco del castillo. Lo menos que ella necesita ahora es que vea la naturaleza de los demonios. Suficiente estrés por hoy.

—¿A dónde vamos?—Pregunta ante mi silencio.

Una idea cruza por mi mente, no sé si sea buena o mala pero, debido a que ahora técnicamente estamos juntos, creo que podría enseñarle sin problemas.

—Al lago rojo.

—¿Lago rojo?—Frunce el ceño confundida y aprieta más mi mano.—¿Es...peligroso?

—Para nada, sólo relájate y no te alteres.

Nos adentramos al bosque real y puedo ver a lo lejos varios lagos y arroyos con diferentes funciones, desde permitirle la vida a las sirenas, hasta dar la inmortalidad a quien lo beba.

Como si el bosque ya lo supiera, un pequeña barca de oro y diamante aparece desde las profundidades, ayudo a Taylor a subir y yo subo con ella.

La barca se mueve por sí sola al saber a donde nos dirigimos. No tardamos mucho en llegar a tierra, bajo y cargo como princesa a Taylor.

—¡James!—Ríe.—¿Puedes bajarme? Yo puedo caminar perfectamente.

—Lo sé, pero será muy raro que yo demuestre éste tipo de escenas. Así que aprovecha el momento.

Ella ya no responde nada por lo que me limito a caminar hasta llegar al ya tan preciado lago rojo.

La rojiza agua brillante nos da la bienvenida, varios demonios que se encuentran en él, al verme, deciden irse y dejarnos solos.

Taylor se queda encantada viendo la belleza del lago, sus ojos azules adquieren un hermoso morado. Mientras ella lo observa, yo me quito la vieja cadena que cuelga de mi cuello. Tomo su mano y se la coloco.

—¿Qué...

—Métete al lago y no sueltes la cadena.

Sus ojos se abren con sorpresa, mira la cadena con confusión. La tomo del mentón y la obligo a mirarme.

—¿Confías en mí?

—Si.—Responde sin dudar.

—Yo también confío en ti. Yo...quiero que veas mi pasado. Mi vida entera y todo lo que he hecho hasta ahora.

—Sé que tienes un pasado difícil, no me importa esperar a que tú me lo cuentes, yo...

—Shh.—Pego mi frente con la suya.—Quiero que lo veas, me es difícil explicarlo, así que míralo.

Ella asiente lentamente después de un rato, observa el lago y poco a poco se va hundiendo en él. Cuando el agua llega a su cuello, toma una bocanada de aire y se sumerge. Cierro los ojos y me recargo en un árbol, suspiro mientras inconscientemente voy recordando mi infancia y parte de mi adolescencia hasta llegar al momento en donde morí.

Recuerdo haber sentido el sufrimiento de ver a mis padres muertos, la lucha diaria para sobrevivir, el veneno de hombre lobo recorriendo mi sistema, el dolor descomunal de la marca de los jinetes, hasta finalmente llegar aquí.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora