James.
Asomo la cabeza entre una de las paredes del castillo y me aseguro de que no hay nadie más aquí que yo y mi sucia consciencia.
Lentamente voy saliendo de mi improvisado escondite y camino sin bajar la guardia hacia mi habitación. Cuando estoy a nada de llegar, una voz suena entre las paredes.
—¿Vas a algún lado, James?—Doy un respingo y volteo rápidamente, sólo para encontrarme con Lilith viéndome pícaramente.
—¿Yo? Pff...—Hago un ademán con la mano restándole importancia.—Claro que no, yo sólo...estaba...
—Huyendo de mí.—Concluye con una sonrisa juguetona. Da unos cuantos pasos hacia mí, pasos que yo retrocedo.—¿Cuándo será el día en el que te dejes poseer por mí?
—El día que la Lagartija me presente a sus primos los dinosaurios, el día en el que Chispitas me dé un unicornio, el día que Cuernitos me compre una correa con púas para verme más macho, el día que Plumitas me deje volar con ella y el día que la pequeñaja deje de ser tan tierna.
—En conclusión, nunca.—Rueda los ojos.
—Que inteligente.—Murmuro, pero me callo al ver su mirada matadora.—Creo que...debería de irme a..ya sabes..eso.
—Desearía dejarte ir, pero no lo podré hacer, ¿y sabes por qué?
—¿Por la economía?
—¿Economía? Joder, James.—Se acerca velozmente a mí y me acorrala contra la pared.—Que todos aquí tenemos el dinero suficiente como para poder comprar diez mansiones e inclusive tu maldito cuerp..
—¡Tío James! ¡Madrina Lilith!—Inna ríe mientras viene corriendo hacia nosotros y nos abraza las piernas.—¡Escóndanme del tío Carlos!
—¿Qué hiciste ahora, pequeñaja?—Pregunto a la vez que la cargo entre mis brazos y empujo sin ningún disimulo a Lilith. Inna ríe y se cubre la boca con sus pequeñas manos.
—Mira...—Con un movimiento de sus manos hace aparecer un libro de pasta gruesa y un poco gastado.—Le robé uno de sus libros prohibidos.
—¡Si!—Lilith se acerca a Inna y la abraza quitándola de mis brazos.—Sabía que serías una buena demonio.
—¡Inna!—Se escucha el grito de Carlos por todo el castillo.—¡Vuelve aquí en éste momento!
Inna de inmediato patalea para que Lilith la suelte. Una vez en el suelo, nos hace cara de cachorrito para que la escondamos.
—¿Por qué no vas a la habitación de James?—Lilith señala mi habitación y abre la puerta con un chasquido de dedos. Abro los ojos como platos y si no fuera porque mi mandíbula está unida a mí, juraría que caería al suelo.
Esa loca...
—¿Desde cuándo sabes que esa es mi habitación? ¿Y desde cuándo tienes acceso a ella?
Ella camina con Inna tomada de la mano y la hace entrar, gira levemente la cabeza y me mira.
—Siempre he sabido que ésta es tu habitación. Y sobre el acceso...te veo cada noche, amor mío.—Entra riéndose y la cierra tras de sí, dejándome en shock.
Nota mental: Pedirle a Cuernitos una nueva habitación y a Chispitas un hechizo para que no entre y me viole salvajemente.
—¡James!—Carlos aparece frente a mí sacándome del shock.—¿Dónde está Inna?
—No he visto a Inna desde el almuerzo de ésta tarde. ¿Qué con ella?
—Bella le ha dado acceso a mi biblioteca y se ha robado uno de los libros de resurrección.—Pasa sus manos por el rostro y suelta un pesado suspiro.—Es muy importante y no puedo encontrarla.
—¿Le preguntaste a la Lagartija?—Asiente.—¿Cuernitos?—Vuelve a asentir.—¿Plumitas?
—Le he preguntado a cada uno de ellos, eres el único que me faltaba. ¿En dónde se puede esconder una pequeña niña de tan sólo seis años?
—Técnicamente..tiene sólo uno.
—¡James, concéntrate!—Brama. Levanto las manos inocentemente.
—Estamos en un castillo, cuántos lugares no habrá para esconderse.
Él bufa y desaparece en un abrir y cerrar de ojos. Espero un par de segundos para asegurarme de que no esté cerca y hablo en voz media alta.
—¡Inna, Lilith, ya se fue!—Giro en dirección a la puerta de la habitación y brinco del susto al encontrarme a Carlos a metros de mí.—¡Tu puta madre, Carlos!
—¿En serio creíste que podrías engañarme?—Enarca una ceja, gesto que ha adquirido a lo largo del tiempo por culpa de Bella. Me encojo de hombros y le resto importancia con la mano.—Puedo leer las malditas mentes, James.
—Lo sé, pero es divertido seguirle el juego a la pequeñaja. Ahora si me disculpas.—Meto las manos en mi pantalón y lo miro burlonamente.—Ya te he hecho perder el tiempo suficiente como para que Lilith la haya transportado a otro sitio.
Me doy media vuelta con su cara de incredulidad grabada en mi mente y me meto a la habitación.
—Al fin...paz.—Suelto un largo suspiro de alivio y me quito mi camisa y mi pantalón en un dos por tres hasta dejar mi cuerpo en unos simples bóxers.
—No lo creo.
No me jodan, Lilith.
—¡Bella!—Alcanzo a gritar antes de que Lilith se abalance arriba de mí y me tire a la cama.
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Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...