Jake.
Cuando Bella sale por la puerta, la tensión aumenta, tal parece ser que tener a Bella cerca de los ángeles los mantenía tranquilos y seguros —siendo ella mitad ángel—, Lucifer, como siempre, se percata de esto y decide dar un descanso a todos nosotros.
Todos salen rápidamente como si hubiera una enfermedad dentro de la sala, y no tardan en desaparecer. Los Mooned siguen a los ángeles y los demonios se alejan lo más que pueden de ellos.
Los únicos que se quedan dentro, son las gemelas, Carlos, Antares y, por supuesto, yo.
Carlos se nota incómodo con la presencia del águila, lo que me confirma las sospechas de que la marca no fue consentida, pero me evito decir cualquier cosa ante la mirada furiosa de Antares.
—Ahora que estamos nosotros solos, me vas a explicar ahora mismo lo que está...
—No hay nada que explicar.—Interrumpo al águila.—Tus hermanas son, por alguna extraña razón y para bien o para mal, mis almas gemelas.
—Espera.—Carlos levanta las manos y me ve impresionado.—¿De qué me perdí cuando estaba inconsciente?
—Resulta que tu querido...hermano.—Responde Antares con repugnancia.—Es el alma gemela de mis hermanas.
—¿Las dos?—Sus ojos se abren más.
—Las dos.—Confirmo. Carlos asiente y siento como quiere entrar a mi mente.—Ni se te ocurra hacerlo.
—¿Hacer qué? ¿Qué quieres hacer?—Pregunta Antares mientras nos ve a Carlos y a mí simultánea y respectivamente.
—Nada importante.—Entrecierra los ojos hacia mi dirección y sale con Antares pisándole los talones.
Suelto un fuerte suspiro antes de girarme hacia las gemelas. Aisha y Anesha me observan expectantes.
—Volvamos a la habitación y terminemos la conversación que fue interrumpida por Lucifer.
Sin esperar respuesta salgo y camino rápidamente, sintiendo como ellas van detrás de mí. Aunque no evito voltear varias veces para comprobar que sigan conmigo, sus pasos son silenciosos pero rápidos.
Cuando llego, abro y las dejo pasar, y después cierro la puerta y me recargo en ella.
—¿En qué nos quedamos?
—Escucha, Jake.—Comienza la que identifico como Anesha. Con lo poco que he hablado con ellas, he notado que la más activa y respondona es Anesha, mientras que, por el contrario, Aisha es más callada y tranquila.—Sé que no esperabas nuestra llegada, y a decir verdad nosotras tampoco.
—No seremos como nuestro hermano y caeremos ante ti tan fácil.—Sigue Aisha.—Por más que nuestra naturaleza cambiaforma te reclame, no cederemos.
Mis puños inconscientemente se cierran ante su rechazo. Nunca me habían rechazado, ¿es así como se siente? Finjo que nada de esto me está afectando y deshago mis puños.
—Estoy de acuerdo con que esto fue inesperado y que ambas no estarán conmigo.—Por ahora.—Así que veo justo que ustedes pongan las condiciones de nuestra relación, porque por más que lo neguemos, estamos destinados a estar juntos, ustedes están destinadas a gobernar junto a mí el infierno y a los Dracóm. ¿Qué quieren? ¿Tiempo? ¿Espacio?
— Los terciarios están en guerra contra ti y tu gente, y no descansáremos hasta cumplir nuestro objetivo.—Continúa hablando Aisha. Al parecer no es tan callada y reservada como pensaba.
—¿Y cuál es ese objetivo? Si se puede saber.
—Igualdad.—Responden al unísono.
—Por siglos los terciarios se han mantenido debajo de los de la "realeza".—Anesha hace comillas con sus dedos.
—Eso ha pasado porque nunca tuvieron control sobre ustedes mismos.
Aisha suelta una risa carente de humor y niega con la cabeza mientras una sonrisa sarcástica se va formando en sus labios.
—Ahí está el problema.—Dice y borra su sonrisa de golpe.—Clasifican a todos por igual. ¿Qué pasa si los que nacen en ese lugar son capaces de controlar su poder y la sed de sangre de humanos?
Mi boca se seca y las palabras no salen de mi garganta.
—En caso de que...eso llegara a pasar.—Aclaro mi garganta para que las palabras salgan.—Se traerían hacia aquí y se les trataría como iguales.
—Mientes.—Los ojos de Aisha se comenzaron a cristalizar.—Si fuera verdad lo que dices, nosotras y más de media población terciaria estaría aquí, y no estaría sufriendo al tener que sobrevivir a los que no tienen el control.
Algo en mí duele al verla soltar un par de lágrimas. Anesha, aunque lo oculta, sé que está igual que su hermana.
Y duele, duele mucho.
Sin poder controlarlo, mis brazos se abren instintivamente y las gemelas no tardan en estar entre ellos. Puedo escuchar los leves sollozos provenientes de ambas, mis ojos se cierran y soy capaz de ver un infierno literalmente y con todas sus palabras.
Llamas, gritos de dolor y de sufrimiento, personas luchando por evitar la muerte de ellos mismos o de sus seres queridos. Veo a lo lejos a tres niños rubios que luchan por cuidarse mutuamente. Los tres trabajan tan coordinadamente para cuidarse la espalda, y sus movimientos son fluidos a pesar de que se ven como de a penas seis años.
Mis ojos se abren de golpe y aprieto el abrazo lo más que puedo. No sé como he podido ver eso, pero tampoco voy a indagar en ese tema en este momento. Ahora lo único que tengo en mente, es que tengo que salvar a los demonios que están en las demás secciones y que son, de un modo u otro, inocentes.
ESTÁS LEYENDO
Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...