Capítulo 10: Kraken.

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Carlos.

Han pasado varios días desde la reunión con los príncipes y sobre los "bebés" de Inna. Suelto una pequeña risa por eso. 

Había hablado con Lucifer sobre lo de las entradas y él dijo que yo era el mejor candidato para buscarlas, así que me ofrecí a hacerlo, tiempo después Leviatán quiso ayudarme a investigar posibles formas de entrar al paraíso sin morir —o al menos no ser atacado—, y así Bella no tuviera problemas al ingresar y pudiera cumplir su misión.

Termino de empacar varios de mis libros y ropa y los hago miniatura para poder tenerlos a mi alcance fácilmente, además de hacer más espacio en el equipaje, el cual literalmente tengo encima. Una vez que tengo todo listo, me concentro en mandarle una señal a Leviatán diciéndole que ya estoy en camino. Aunque veo que es innecesario.

Escucho pasos en el pasillo que divide mi habitación con las de los demás y sin abrir la puerta, yo ya sé quién viene. La puerta se abre de golpe y Leviatán se arroja a la cama.

—¿No podemos posponerlo para mañana?—Murmura contra la almohada.—Tuve una noche demasiado movida.

—No. Además, si no querías venir, ¿por qué te ofreciste en acompañarme?—Él saca su cabeza de entre las almohadas y me mira con un gesto obvio.

—Era lógico que te acompañaría, eres mi mejor amigo, dah.—Mueve la mano restándole importancia y se levanta.—Como sea, ¿nos vamos? Tengo algo que mostrarte, está relacionado con las entradas.

Camino hacia la puerta y le hago una seña.—Después de ti.

Él sale y yo le sigo, coloco rápidamente un hechizo para que nadie entre. O más bien, para que Inna y James no entren.

Fue demasiado difícil recuperar el libro que se comió Cerbero.

Me estremezco al recordad eso, pero después me sobresalto por culpa de cierto demonio de pelo platinado.

—¡Carlos, carajo!—Exclama Leviatán. Giro mi cabeza y lo veo con el ceño fruncido.—Llevo hablándole desde hace rato.

—Lo siento, estoy un poco distraído.

Él rueda los ojos y le resta importancia.

—Te decía que nos iremos por el mar, así a los ángeles les es más difícil localizarnos y es más fácil llegar a donde te quiero llevar.

—¿Cómo nos iremos?

Se detiene abruptamente y me mira incrédulo. Se empieza a reír a carcajadas y me palmea el hombro como si le hubiera contado un buen chiste.

—Estás hablando con el maldito demonio de los océanos.—Niega con la cabeza sin quitar la sonrisa.—Tengo mis trucos.

Enarco una ceja y me introduzco en su mente. Hay demasiadas cosas, unas peores que otras...hasta que encuentro lo que quiero.

Muerte, destrucción..más muerte..¡Kraken!

—¿Llamarás al Kraken?

—¿Cómo lo...¡Te metiste en mi mente!—Me mira mal y refunfuña.—Habías dicho que no lo volverías a hacer.

—Eres demasiado fácil.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora