Carlos.
Observo como todos se van al castillo para darnos privacidad. Antares acaricia mi mejilla y yo no soy capaz de reaccionar.
¿Qué se supone que debo de hacer?
¿Y desde qué momento yo me hice gay?
Yo me consideraba como un alma libre y sin preferencias, viviendo todo lo que he vivido, se me hacía una falta de respeto no experimentar nuevas experiencias.
Pero ahora es diferente, frente a mí se encuentra un hombre que dice ser mi alma eterna, ¿cómo debería de reaccionar ante eso? Y más ahora que me marcó...¡espera!
—¿En qué momento me marcaste?—Me levanto del suelo rápidamente y me alejo un par de pasos. Miro de reojo el águila en mi brazo y trago con dificultad.
—En el momento en el que te encontré, ¿creíste que te dejaría libre así como así? No gracias.—Niega con la cabeza y sigue hablando como si nada, como si no me hubiera a, técnicamente, amarrado a la fuerza por toda la eternidad.—Cuando lo hice, causaste una explosión y caíste desmayado.
—No tenías que haberme marcado.—Él da un paso hacia mi y yo retrocedo.—Tenías que haberme preguntado.
El gruñe y sus ojos se tornan dorados.-No tenía opción.
—¡Claro que había opción!
—¡No si eso incluía la posibilidad de perderte!—Avanza rápidamente y me toma de los hombros.—No me voy a arriesgar.
—¿Y qué si yo amaba a alguien o tenía familia con otra persona? ¿No pensaste en eso?
—¿Amas a otra persona? ¿Tienes otra familia?—Sus ojos empezaron a perder la tonalidad dorada haciéndose más opacos.
—No.
Él suspira aliviado cerrando los ojos, pero luego frunce el ceño y me mira fijamente.
—¿Cuál es el problema entonces?
—Me has condenado a pasar mi eternidad a tu lado.
—Lo dices como si fuera una maldición.
—¿Y quién dice que no lo es?
—¡Si eres mi alma fue por algo!
—Pasé más de dos mil años solo, no necesito a alguien que me cuide.—Doy media vuelta y me dirijo al castillo.
—Sabes que no te dejaré, ¿verdad?—Me detengo en seco. Giro un poco la cabeza y lo observo.
—Y tú sabes que no te pondré las cosas fáciles, ¿verdad?
—Me gustan los retos.
Ruedo los ojos y me teletransporto a la entrada. Al abrir las puertas, lo primero que escucho es un grito de James insultando a Bella.
Típico.
Camino hasta llegar a un sofá y me recuesto en él. Todo hubiera estado relativamente bien, si no fuera por Asmodeo que aparece en frente de mí respirando agitadamente.
ESTÁS LEYENDO
Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...