Capítulo 43: Azazel.

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Bella.

Saber que Inna ha tenido visiones acerca del responsable —porque sí, es un hombre—, y no estar enterada, me enfada.

Se supone que soy su madre, ella debería de tenerme confianza y decirme acerca de todo. No quería que Lucifer viniera y me lo dijera. Quería que ella lo hiciera.

Y al parecer todos sabían, menos yo.

Camino velozmente a mi habitación y busco varias de mis armas, mis sais siempre están conmigo, por lo que no hace falta llevar espadas o algo parecido. Me voy por el látigo de sangre, un regalo de Lucifer que consiste en que si la punta del látigo toca a alguien, le extrae parte de su sangre y ahora cada vez que el látigo lo toque, terminará dañado, muy dañado. Es algo tipo vudú.

Lo enrollo en mi cintura y con un rápido chasquido de dedos, mi ropa se transforma en mi traje de batalla.

Si a eso se le puede llamar una ropa completamente negra.

—Bella, ¿puedo pasar?—Asiento sin voltear a ver a la puerta. Akin camina dudoso y se sienta en la orilla de la cama.—¿En verdad vas a cazar a...¿Zazel? ¿Azael?

—Azazel.—Corrijo y doy media vuelta para poder verlo.—Si.

—¿Piensas ir sola?—Frunce su ceño y cruza sus brazos.

—No iré sola, James irá conmigo.—Extiendo ambas manos y automáticamente las sais aparecen.

—No sé si lo notaste, Bella.—Se levanta y camina hasta ponerse en frente de mí.—Pero él estaba desconcentrado, apuesto a que ni siquiera sabe en lo que se acaba de meter.

—¿Crees que no lo sé? Puedo entrar a su mente, Akin.—Blanqueo los ojos y ahora soy yo la que frunce el ceño.—Algo que no puedo hacer contigo.—Camino lentamente, acechándolo y él retrocede.—¿Qué escondes en esa cabecita tuya?

En un rápido movimiento tomo su mano, pero no puedo quitarle el anillo. Él retira su mano de inmediato y la pone tras de sí.

—¡Bella!

—¿Qué?—Me encojo de hombros.—Fue simple curiosidad.

Él abre la boca para replicar, pero a mi mente llegan leves imágenes y sé que alguien intenta comunicarse conmigo. Siento como mis ojos cambian ligeramente su color a un verde opaco y ahora veo las imágenes con claridad. 

Son las puertas, y por ellas pasa huyendo Azazel de Astaroth y Leviatán, éste último lanza agua y la congela creando filosas cuchillas, pero Azazel se las arregla para romperlas. Cerbero se interpone en su camino, sin embargo, Azazel lo lanza a varios metros. Belcebú utiliza su lazo de fuego y enrolla una de las piernas del traidor, pero Azazel lo golpea con una de sus cadenas y se desata, sólo para invocar a monstruos horribles que se lanzan sobre los Príncipes.

 Belcebú utiliza su lazo de fuego y enrolla una de las piernas del traidor, pero Azazel lo golpea con una de sus cadenas y se desata, sólo para invocar a monstruos horribles que se lanzan sobre los Príncipes

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