Bella.
Saber que Inna ha tenido visiones acerca del responsable —porque sí, es un hombre—, y no estar enterada, me enfada.
Se supone que soy su madre, ella debería de tenerme confianza y decirme acerca de todo. No quería que Lucifer viniera y me lo dijera. Quería que ella lo hiciera.
Y al parecer todos sabían, menos yo.
Camino velozmente a mi habitación y busco varias de mis armas, mis sais siempre están conmigo, por lo que no hace falta llevar espadas o algo parecido. Me voy por el látigo de sangre, un regalo de Lucifer que consiste en que si la punta del látigo toca a alguien, le extrae parte de su sangre y ahora cada vez que el látigo lo toque, terminará dañado, muy dañado. Es algo tipo vudú.
Lo enrollo en mi cintura y con un rápido chasquido de dedos, mi ropa se transforma en mi traje de batalla.
Si a eso se le puede llamar una ropa completamente negra.
—Bella, ¿puedo pasar?—Asiento sin voltear a ver a la puerta. Akin camina dudoso y se sienta en la orilla de la cama.—¿En verdad vas a cazar a...¿Zazel? ¿Azael?
—Azazel.—Corrijo y doy media vuelta para poder verlo.—Si.
—¿Piensas ir sola?—Frunce su ceño y cruza sus brazos.
—No iré sola, James irá conmigo.—Extiendo ambas manos y automáticamente las sais aparecen.
—No sé si lo notaste, Bella.—Se levanta y camina hasta ponerse en frente de mí.—Pero él estaba desconcentrado, apuesto a que ni siquiera sabe en lo que se acaba de meter.
—¿Crees que no lo sé? Puedo entrar a su mente, Akin.—Blanqueo los ojos y ahora soy yo la que frunce el ceño.—Algo que no puedo hacer contigo.—Camino lentamente, acechándolo y él retrocede.—¿Qué escondes en esa cabecita tuya?
En un rápido movimiento tomo su mano, pero no puedo quitarle el anillo. Él retira su mano de inmediato y la pone tras de sí.
—¡Bella!
—¿Qué?—Me encojo de hombros.—Fue simple curiosidad.
Él abre la boca para replicar, pero a mi mente llegan leves imágenes y sé que alguien intenta comunicarse conmigo. Siento como mis ojos cambian ligeramente su color a un verde opaco y ahora veo las imágenes con claridad.
Son las puertas, y por ellas pasa huyendo Azazel de Astaroth y Leviatán, éste último lanza agua y la congela creando filosas cuchillas, pero Azazel se las arregla para romperlas. Cerbero se interpone en su camino, sin embargo, Azazel lo lanza a varios metros. Belcebú utiliza su lazo de fuego y enrolla una de las piernas del traidor, pero Azazel lo golpea con una de sus cadenas y se desata, sólo para invocar a monstruos horribles que se lanzan sobre los Príncipes.
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Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...