Carlos.
Ya ha pasado una semana desde mi último intento de rastrear al posible o posibles culpables. Lilith realmente fue de ayuda, quitándole sus comentarios sarcásticos y sus insinuaciones, con su energía demoníaca, la de Amón y la mía, pudimos rastrear diferentes fuentes de poder que eran casi imperceptibles.
Sin embargo y a pesar de toda nuestra búsqueda, aún no logramos encontrar al causante. Aunque si estamos cerca.
Decidí quedarme en mi propia casa por el momento ya que está más cerca de donde se abre el portal, cualquier movimiento o actividad de magia será rápidamente detectado y me haré cargo.
Bebo lentamente mi té, hasta que un ruido bastante fuerte se escucha desde la sala y hace que casi lo derrame.
Cierro los ojos y cuento hasta diez para evitar hacer algo de que luego me arrepienta.
10...
9...
8...
—¡Carlos!—Exclaman dos voces desde la sala.
7...
6...
5...
—¡Chispitas! Ven a ¡hip! ver...¡no puede...hip...ser, un pájaro gigante!
Antares entra a la cocina con cara de agotamiento y me quita el té de las manos.
—¿Por cuánto tiempo más?—Pregunta.
—Hasta que por fin acepte sus errores y vaya a buscar a su mujer.—Con un movimiento de manos, hago que la taza que estaba vacía se llene nuevamente y la duplico para ambos tener una.—¿Cómo estuvo tu día?
—Ni me lo recuerdes.—Truena su cuello y mueve lentamente la cabeza.—La seguridad ahora de ha puesto más estricta que antes, me han doblado los turnos de vigilancia.
—Eso suena mal, terriblemente mal.
—Es malo.—Se recarga en la pared.—Me la paso volando en todo momento, no tengo tiempo ni de poder descansar un rato.
Estoy a punto de hablar, pero nuevamente un fuerte sonido vuelve a escucharse.
—¿Cuánto ha bebido hoy?—Cuestiona Antares mirando hacia la sala.
—Más que ayer, eso te lo puedo asegurar.
Salgo a paso tranquilo de la cocina con Antares siguiéndome y voy directo a la sala, en donde un acabado James está tirado en el suelo bocabajo, con un pie dentro de la mesa ratona —o lo que queda de ésta—, la ropa sucia, varias botellas vacías a los lados y una almohada mojada de lágrimas y mocos.
—Recuérdame tirar esa almohada.—Le susurro al Águila a mi lado. Éste asiente.
—James.—Le llamo, pero él me ignora.—¡James, levántate de una buena vez y ve por tu mujer!
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Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...