James.
Recuerdo que la primera vez que llegué al Averno, tenía miedo.
No por mí, sino por mi nueva familia.
Había pasado toda mi vida huyendo, evadiendo cualquier clase de relación que pudiera hacerme generar cariño hacia una persona, porque lo sabía. Cualquiera que estuviera conmigo correría peligro.
A pesar de que Lucifer y Carlos me decían que aquí nadie me dañaría, mejor dicho, nos dañaría, no les creía. Tuvieron que pasar más de cien años para que pudiera estar tranquilo y cerca de ellos.
Porque sí, yo me alejé de ellos y de todos.
Desde la primera semana aquí le pedí a Lucifer un lugar alejado de aquí, no me importaba cómo fuera, grande o pequeño, simplemente con que pudiera utilizarlo como un hogar provisional todo estaría bien.
Él accedió.
Y me dio un hogar cerca del Lago Rojo, aunque obviamente me consintió llenándolo de comodidades y objetos extravagantes, muy a mi estilo antes de que toda la desgracia pasara.
Cuando regresé al castillo, me prometí que este lugar, en el que ahora mismo tengo a Taylor recostada en la cama acariciando su hermoso vientre, lo utilizaría como un recordatorio de que ahora tengo una familia a la cual proteger, a la cual amar.
Y eso es lo que haré. Protegeré no solamente a mis hermanos, sino a mis hijos, a mi bella mujer y a su familia.
Porque aquí la familia lo es todo.
No permitiré que ningún brujo de pacotilla o un demonio descarrilado con deseos obsesivos de poder les pongan una mano encima. Jamás.
—¿James?—Me salgo de mis pensamientos y observo a Taylor la cual me llama.—¿Está todo bien? Estás muy serio.
Sonrío de medio lado y me coloco a un costado de ella, rozando mi brazo con su vientre.
—Todo está bien, solamente estaba pensando en cosas sin importancia.—Guiño mi ojo derecho y beso su frente.
Al momento de hacerlo, un golpe en mi brazo proveniente de su vientre me sobresalta.
—Parece que algunos son muy celosos con su madre.—Otro golpe es lo que recibo.—Si, la verdad hasta yo los comprendería, su madre es muy, muy hermosa.
—¡James!—Taylor se sonroja y acaricia su vientre.—Vas a malcriarlos.
—¿Qué acaso esperabas que los educara como niños bien?—Chasqueo mi lengua.—Nena, eso definitivamente no es mi estilo.
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Averno: Los Cuatro Jinetes
Paranormal¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? ¿Le venderías tu alma al Demonio? ¿En quién confías? ¿Quiénes son ellos cuatro? ¿Por qué Dios no te escucha? Hay miles de preguntas sin respuestas concretas, sólo recuerda una cosa: Lucifer no siempre...