Capítulo 36: Relatos de vidas pasadas.

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Jake.

Desde mi habitación puedo escuchar a Bella hablar con las tres hermanas. Las escucho caminar en el pasillo, y las escucho cerrar la puerta de la que, a partir de ahora, será su habitación.

Dejo de prestarles atención y me concentro en las hermanas que ahora mismo duermen pacíficamente en mi cama, llorar demasiado las dejó exhaustas. Sus rostros aún contienen esa expresión de melancolía y en sus mejillas aún hay restos de lágrimas secas.

Me recargo en la puerta y suspiro cerrando los ojos. Todo se nos está yendo de las manos. Hace unos pocos días lo único que nos preocupaba era mantener a Inna lejos de los los siete Príncipes, y ahora no sólo nos tenemos que preocupar por una guerra que está casi a la vuelta de la esquina, sino que, ahora con la aparición de nuestras almas gemelas, debemos de velar por su seguridad. Ninguno de los cinco dejaría a sus almas desprotegidas, y digo cinco porque Inna protegerá a Tyler con su vida y, aunque odie admitirlo, Akin sigue siendo mate de Bella, aunque la conexión esté casi rota por completo.

Aún hay algo que los une, y ese algo, o puede romperse o puede fortalecerse. Sólo espero que no pase la última, Bella ya ha sufrido demasiado con todo este tema que lo último que queremos yo y mis hermanos es que vuelva a sufrir.

Recuerdo los primeros años en los que estaba aquí, como su transformación aún estaba en proceso, ella aún mantenía más del setenta por ciento de su parte ángel, por lo cual ella aún podía llorar.

No digo que los demonios no puedan llorar, porque pueden hacerlo, pero para que eso suceda debe de ser un dolor demasiado grande para que eso ocurra. Bella al saber eso, redujo esa parte ángel que tanto sufrimiento le había causado y no volvió a llorar, no hasta ahora.

Un movimiento en frente de mí me hace abrir mis ojos, Anesha y Aisha despiertan y se enderezan rápidamente al no reconocer el lugar, se tranquilizan un poco al verme, pero no bajan la guardia por completo.

—¿En verdad piensan no bajar la guardia?—Inquiero burlón.

—La costumbre.—Responden al unísono.

Los tres nos mantenemos callados mirándonos fijamente, hasta que Aisha decide hablar.

—¿Nos vamos a quedar mirando todo el rato o vamos a bajar?

Anesha rueda los ojos divertida y yo sonrío.

—Creí que les gustaría estar en un lugar apartado del resto.

—No te equivocas, pero hemos cumplido nuestro sueño que teníamos desde niñas, venir al primer infierno.—Dice Anesha tranquilamente.—No nos vamos a quedar encerradas todo el tiempo.

Aisha le sonríe a su hermana y se levanta de un salto.

—¿Podemos salir?—Me pregunta alegremente.

—Ustedes no tienen que pedirme permiso, son libres.

—Creí que a sus almas se les pedía permiso antes dé.—Mueve su cabeza a un lado confundida.

—Bueno, si lo hacen o no, conmigo no es obligatorio hacerlo.—Abro la puerta y les hago un ademán para salir.—Señoritas.

Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora